Todos a por los activos rusos
Bruselas quiere utilizar en préstamos a Kiev los miles de millones bajo custodia y Donald Trump aspira a convertirlos en contratos estadounidenses para reconstruir la exrepública
La carrera por los 210.000 millones de euros de activos rusos congelados en Europa ha adquirido tintes frenéticos. La UE busca formalizar de manera ... inminente la base legal para transformar la mayoría de ese dinero –140.000 millones– en un crédito de ayuda para Ucrania. Quiere cerrar el asunto este mismo mes y que no se adelante Donald Trump, quien a su vez aspira a convertir ese fondo en inversiones a favor de contratistas estadounidenses para reconstruir la exrepública devastada por la guerra, así como en proyectos conjuntos con Rusia que den «prosperidad» a los dos países del Este.
En medio está Bélgica, donde se hallan depositados 185.000 millones de esos activos. Su primer ministro es la piedra en el zapato de la jefa de la Comisión, Ursula von der Leyen. El líder nacionalista Bart De Wever cree que el traspaso de ese dinero puede dinamitar el plan de paz, crear «riesgos sistémicos para la UE como mercado financiero» y, sobre todo, dejar a los belgas solos ante la cólera de Vladímir Putin. El presidente ruso ya ha advertido que tomará represalias contra el Estado que le «robe» fondos y De Wever se pregunta si la UE echará una mano a su país en caso de que Moscú presente una demanda multimillonaria contra Bruselas.
Nadie conoce con exactitud los fondos rusos repartidos en el exterior. Luxemburgo, Alemania, Francia, el Reino Unido, Suiza, Estados Unidos, Canadá, Japón y Australia figuran como depositarios, pero casi todos sus gobiernos ocultan la cantidad u ofrecen cifras dispares según requiere el momento, Y ese secretismo también exaspera a De Wever y deja a su país solo ante el problema, puesto que el único monto que se conoce con exactitud (y del que quiere tirar la UE) es el belga, en manos de la entidad de custodia de valores Euroclear.
Bélgica pide «garantías»
La ocultación o, simplemente, la amplia y notoria falta de control sobre las reservas rusas por parte de algunos gobiernos dificulta un cálculo exacto. El dirigente belga, previsor, ha comunicado por carta a Von der Leyen que no aceptará su propuesta a menos que otros países que custodian fondos paralizados cedan una parte y los Veintisiete firmen una «garantía total» de compartir el daño si la operación hace aguas.
260.000 millones de euros,
de los cuales 210.000 están ingresados en Europa, es la cifra a la que ascienden los activos rusos congelados por Europa. La entidad belga Euroclear guarda 185.000 millones
12.000 millones de euros
pertenecen a pequeños inversores y ahorradores rusos que no figuran bajo sanción. La UE les ha dado largas hasta ahora sobre la situación de su dinero.
1.214 afectados
pidieron el documento para tramitar la recuperación pero solo se le entregó a 232. La mayoría ni siquiera inicia el proceso por su coste.
Bruselas juega con la premisa de que se trata de un préstamo en medio de un régimen de sanciones y que así Moscú repara los daños que ha causado con la guerra. Sin embargo, la Duma no comparte su tesis. El Parlamento ruso califica el uso de los activos como «una incautación ilegal de propiedad» y «un robo descarado» que será «respondido con la respuesta legal adecuada». La Cámara advierte que lo primero será «exigir indemnizaciones contra Euroclear y Bélgica».
El paquete de fondos confiscados en el extranjero asciende a 260.000 millones de euros, 210.000 en suelo europeo. Uno de los elementos que causan disenso sobre la legalidad o no de tomar una porción de ese dinero para prestárselo a Kiev es que, además de divisas e intereses del Banco Central de Rusia o de activos de oligarcas en la lista negra, Europa congeló valores pertenecientes a millones de inversores privados rusos que no figuran en las sanciones occidentales. En teoría podrían reclamarlos, pero en la práctica los resultados son mínimos. Y, además, solo la maquinaria legal y el coste del proceso son suficientes para desanimar a los depositantes menores.
Muchos inversores rusos no se dieron cuenta de la trascendencia de la medida europea hasta la primavera de 2022. Meses después de iniciada la invasión, relata el medio alemán 'DW', ya no pudieron realizar transacciones. Los analistas estiman que unos 12.000 millones de euros pertenecen a este tipo de inversor privado.
Un acuerdo previo
A Trump, en cambio, no parecen inquietarle estas circunstancias. Su plan de paz original establece aparentemente que 86.000 millones de los fondos rusos se asignen a una reconstrucción profunda de Ucrania encabezada por contratistas estadounidenses. Europa, según la propuesta, deberá aportar otra cantidad idéntica, y no se especifica si extraída de los mismos activos o de desembolsos propios de cada país, lo que resulta más probable.
Moscú y Washington se plantean trabajar juntos para la «prosperidad» del este europeo
Los miles de millones restantes se dedicarían a planes de desarrollo conjuntos EE UU-Rusia, con Kiev como socio menor. La UE –más bien a por uvas en este diseño– confía en que la Casa Blanca haya modificado este apartado en el documento revisado que el emisario Steve Witkoff presentará en la tarde del martes a Putin en Moscú. Bruselas no se fía y, en cualquier caso, lo percibe como un aviso de que tiene que moverse rápido.
Es posible que al presidente norteamericano no le importe qué represalias puede sufrir de Rusia si dispone de sus activos porque, previsiblemente, la idea habría sido ya consensuada entre las dos potencias. Putin pretende atraerse a su homólogo con la promesa de gloriosos acuerdos económicos. Kirill Dmitriev, director del fondo soberano de inversión ruso, ya habría trasladado a Washington la oportunidad de repartirse proyectos en Ucrania, explotar entre ambos el Ártico –con un túnel que uniera los dos países–, colaborar en una nueva gestión energética y de yacimientos de tierras raras e incluso viajar juntos a Marte en la primera misión espacial ruso-estadounidense.
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