Tony Blair también consideró la deportación de solicitantes de asilo

Corría el 2002 y las autoridades francesas habían destruido el edificio que acogía en Sangatte a los inmigrantes que aspiraban a cruzar el canal de la Mancha como polizones en camiones o en el tren Eurostar. Londres consideraba que ese punto, al oeste de Calais, se había convertido en un foco de llamada. Los inmigrantes se desplazaron a otros puntos de la costa.

Los asesores del primer ministro se desesperaban con el sistema europeo de refugiados. El jefe de Gabinete, Jonathan Powell, argumentaba lo mismo que los actuales gobernantes: que todos los que llegan por mar al Reino Unido pidiendo asilo tendrían que haberlo solicitado en el primer país europeo al que habían llegado.

Estos datos se han revelado por la publicación en los Archivos Nacionales de los documentos oficiales que han perdido su confidencialidad por el paso de veinte años. Ha coincidido con filtraciones sobre un plan de gestión de solicitudes en lugares 'offshore', que el actual líder laborista, Keir Starmer, va a proponer frente a las deportaciones a Ruanda promovidas por el primer ministro, Rishi Sunak.

Aquel año llegaron más de ochenta mil solicitantes al Reino Unido. Los principales asesores de Blair se reunieron varias veces ´es de que en octubre llegasen 8.800 pidiendo asilo. Uno de los documentos es descrito en su portada como la 'Opción Nuclear'. Pero las medidas consideradas no se llevaron a cabo. El Gobierno decidió prohibirles trabajar mientras esperaban la decisión sobre su estatus.

La isla de Mull, en el oeste de Escocia, parece, con humor, una mala elección para recibir a solicitantes de refugio. Tiene una reputación histórica de mal trato a inmigrantes que llegan a su costa en barco, porque participó en la destrucción de un galeón de la Felicísima Armada, el San Juan de Sicilia. Se festeja cada año en torno a la bella bahía de Tobermory. Los 3.000 habitantes viven en una isla de 875 kilómetros cuadrados.

Los documentos oficiales ahora publicados revelan también que el director de comunicación del Gobierno, Alastair Campbell, que había trabajado como periodista en diarios sensacionalistas, como el Today y el Daily Mirror, quiso entablar un pleito legal con la radiotelevisión pública, BBC, por su cobertura de la invasión de Irak.