Sunak sortea a la oposición en su primera sesión en la Cámara de los Comunes

La anulación de subidas de impuestos que anunció el 23 de septiembre Kwasi Kwarteng, ministro de Liz Truss, provocó marejadas en los mercados de capitales. La ex primera ministra tuvo que despedir a su colaborador y amigo, y nombrar a Hunt. El nuevo responsable del Tesoro anuló gran parte del plan y prometió presentar una trayectoria con «decisiones difíciles» al final de este mes.

Ese cambio de dirección calmó a los mercados y el agujero fiscal pronosticado en septiembre, de unos 45.000 millones de euros, se ha reducido ahora a unos 40. Hunt ha explicado que «es muy importante» que su presupuesto, que presentará el 17 de noviembre, ofrezca una perspectiva de reducción a medio plazo de la deuda pública. Es ahora equivalente al PIB anual, la segunda más baja en el G7.

En una entrevista de hace unos años, en una canal de televisión indio en el Reino Unido, Sunak expresó su admiración por la sabiduría de su suegro, Narayana Murthy, uno de los empresarios más ricos de India. Contó que una vez le había expresado uno de sus principios filosóficos, basado en el lema de Estados Unidos, 'In God we trust'. «Sí, en Dios confiamos», le dijo, «pero a todos los demás les pedimos los datos».

Tras una cadena de colapsos gubernamentales y casualidades que le han llevado a la jefatura de Gobierno, Sunak puede confiar en los dioses del hinduismo. Pero quiere tener todos los datos de las finanzas británicas antes de dar el visto bueno, como Primer Lord del Tesoro, a la estrategia de impuestos y recortes del gasto público diseñada por Hunt, el Canciller de la Hacienda.

Ese es el terreno por el que Sunak camina confiado, pero había expectación el martes sobre sus artes en el duelo verbal de su primera sesión de preguntas al primer ministro. Eligió un equipo de gala –sus ministros Michael Gove y Oliver Dowden, y un consultor experimentado– para el falso combate previo, en el que el líder y sus colaboradores imaginan maldades de la oposición y formulan posibles respuestas.

Si el laborista sir Keir Starmer le exigía que justificase el nombramiento de la ministra de Interior, que dimitió hace seis días por enviar documentos confidenciales con su correo privado, Sunak le reprochaba que él apoyó la candidatura de su predecesor, el izquierdista Jeremy Corbyn. Hubo júbilo en los escaños 'tories', pero la esperada sesión no tuvo gran calidad.

Ni Starmer ni Sunak son grandes de la oratoria. Alguno de los asesores del primer ministro debió recomendarle que insistiera en su promesa de un «conservadurismo compasivo», porque la repitió hasta la saciedad. El laborista Tony Blair reventó la Cámara en circunstancias similares, afirmando que «el conservadurismo compasivo se diferencia del otro en que tampoco te ayuda, pero te dice que lo lamenta, que está 'sorry'».