Un financiero laborioso y cauto para enderezar la crisis británica

Rishi creció en una comunidad india que es la más numerosa minoría étnica en el Reino Unido, un millón y medio según el último censo, y que muestra algunas diferencias con respecto a otras de origen asiático, africano o caribeño. Los indios británicos obtienen mejores resultados académicos y son más propensos a votar al Partido Conservador.

Estudiante destacado, sus padres costearon los 40.000 euros anuales del colegio privado de Winchester. De allí marchó a la Universidad de Oxford, donde estudió Filosofía, Política y Economía, la carrera frecuente entre los políticos británicos contemporáneos. Cursó un máster de gestión empresarial en Stanford. En la universidad californiana conoció a su esposa, Akshata Murty, hija de un multimillonario indio. Se empleó en la banca de inversión.

En 2014 decidió entrar en la política porque, según ha explicado, el ejemplo de sus padres le incitó a dedicarse a las cuestiones sociales. Fue promovido por el partido como candidato en una circunscripción rural y blanca del norte de Inglaterra, Richmond, que ha tenido diputados conservadores desde 1910. Tiene un escaño asegurado a perpetuidad, una fortuna privada y maneras cordiales y abiertas.

Los miembros de la asociación conservadora de Richmond esperaban un candidato local, pero fueron cautivados por su falta de arrogancia. Destaca en sus entrevistas por escuchar con atención al interlocutor y responder realmente a las preguntas, algo que no es muy frecuente en la clase política. Ocupó puestos menores del Gobierno de Theresa May y Boris Johnson le nombró Secretario Jefe del Tesoro.

Es uno de los puestos gubernamentales que requiere conocimiento técnico. Su jefe era Sajid Javid, hijo de una familia de origen pakistaní establecida en un barrio de Bristol con fama de violento. También había ganado una fortuna en la banca de inversión. Su carrera política había sido muy rápida en un partido que quería reflejar la diversidad social del país. Pero chocó con Johnson.

Tras su victoria electoral en diciembre de 2019, el entonces gurú del primer ministro, Dominic Cummings, exigió nombrar a los asesores del responsable del Tesoro, equivalente al ministro de Economía. Javid no lo aceptó. Dimitió en febrero de 2020 y Sunak fue promovido. Tuvo que preparar a gran velocidad la respuesta presupuestaria al inminente desastre económico de la pandemia.

Su plan de subvenciones para mantener el empleo y la actividad empresarial le dio gran popularidad. Sus explicaciones detalladas en comparecencias con el desordenado primer ministro le convirtieron inmediatamente en el delfín de Johnson. Un político partidario del 'Brexit', porque quiere un Reino Unido más ágil que la Unión Europea, y creyente en los beneficios de la baja fiscalidad tenía éxito por el aluvión de gasto público.

El descubrimiento de que su esposa no estaba domiciliada fiscalmente en el Reino Unido o su empeño en crear zonas francas en comarcas portuarias del país han rebajado su reputación. Su dimisión y la de su amigo Javid fueron los primeros grandes golpes que derribaron a Johnson. Le acusaron de desleal y de haber aireado sistemáticamente sus ambiciones de sustituir al primer ministro en las redes sociales.

El colapso del Gobierno de Liz Truss le convirtió en favorito para sustituirla. Durante la larga campaña del verano, insistió en que el plan de su rival de anular las subidas de impuestos que había introducido, como necesarias para preservar la reputación financiera del Tesoro británico, podrían causar una crisis. Tras el desaguisado de la exprimera ministra, ha emergido como el político que sabe de lo que está hablando.