Washington mantiene el pulso a Maduro

El senador cubanoamericano lleva años maquinando la estrategia, pero hacía falta que cuadrasen todas las piezas. Con la llegada de John Bolton al poder como consejero de Seguridad Nacional encontró un aliado clave para el plan que se terminó de fraguar el martes en la Casa Blanca, según contó en conferencia de prensa el senador de Florida Rick Scott, recién jurado en el cargo que ganó con la ayuda de Bolton.

Una semana antes de las elecciones legislativas el 'halcón' de Bush y Trump espoleó el voto hispano con un discurso en el que prometió hacer caer «la troika de la tiranía» que forman Cuba, Venezuela y Nicaragua. Las sanciones que anunció ese 1 de noviembre para acabar con «la sórdida cuna del comunismo en el hemisferio occidental» eran sólo el anticipo. El martes en la Casa Blanca, junto al congresista Mario Díaz-Balart y el nuevo gobernador de Florida, Ron de Santis, «había unanimidad», reveló el 'Miami Herald'. El Gobierno de Maduro tiene los días contados, tanto si acepta entregar el poder como si se resiste.

Donald Trump «no es fan de desplegar tropas por el mundo», dijo el miércoles a Fox el vicepresidente Mike Pence, «pero tiene una visión muy distinta cuando se trata de nuestro hemisferio, donde entiende que EE UU tiene una responsabilidad especial de nutrir la democracia y la libertad». Con todo, la Casa Blanca ve aún mucho margen para presionar económicamente. Fuentes del Consejo de Seguridad Nacional que preside Bolton advirtieron ayer de que las sanciones impuestas «apenas han arañado la superficie». La medida más extrema sería embargar el petróleo en bruto que Venezuela envía a las refinerías del Golfo de México. Estas ya habrían sido avisadas de que busquen otros proveedores para suplir la parte que Caracas aporta al consumo estadounidense, reducido a la mitad en la última década. Para Venezuela resultaría catastrófico, porque no tiene dónde almacenarlo. Si tuviera que detener la extracción tardaría meses en reiniciarla.

El último recurso sería una intervención militar, que el historiador Miguel Tinker Salas ve inspirada en los planes de la invasión de Bahía de Cochinos, «el único precedente que puedo ver en la historia», reflexionó. De haber funcionado, EE UU habría reconocido un gobierno en el exilio que habría pedido asistencia militar a Washington. «Ese es el escenario que probablemente se jugará en Venezuela. Dependerá de lo que Juan Guaidó decida».

La ONU no reconoce a Guaidó como presidente y algunos de sus diplomáticos retirados no dudaban hoy en hablar de «un intento de golpe de Estado», dijo Alfred de Zayas, enviado especial a Venezuela hace menos de dos años. El secretario general, António Guterres, reclamó la vía del diálogo como la única opción para evitar una escalada «que sería un desastre para los venezolanos y para toda la región». Según recordó Zayas, «hay siete, ocho o nueve millones de chavistas comprometidos. ¿Qué vas a hacer con ellos si se consolida el golpe de Estado?».