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Donald Trump saluda en una reunión de la Asociación Nacional del Rifle. Carlos Barria (Reuters)

Trump promete defender a los amantes de las armas mientras sea presidente

El presidente de Estados Unidos afirma que el 98% de los tiroteos se llevan a cabo en zonas donde las armas están prohibidas

Mercedes Gallego

Corresponsal en Nueva York

Viernes, 4 de mayo 2018

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Un arma, un voto. Así lo ve Donald Trump, que aprovechó el estrado de la convención anual de la Asociación Nacional del Rifle para espolear a las bases de cara a las legislativas de noviembre. El mago de los 'ratings' no dudó en explotar el miedo a perder sus armas que obsesiona a los miembros de la asociación al sugerir que si los demócratas ganan en noviembre las ilegalizarán. «Pero eso nunca ocurrirá mientras yo sea presidente», prometió.

Su puesto no estará en las papeletas, aunque se lo juega en estas elecciones legislativas porque la única garantía de que no lo perderá en un 'impeachment' es que su partido mantenga el control de las cámaras. Con ese aliciente Trump se ha lanzado a la arena seis meses antes, decidido a movilizar a las bases de los estados industriales, las iglesias evangélicas y la América rural.

Por su parte, el movimiento estudiantil surgido de la masacre de Parkland ha prometido cobrarse en las urnas la oposición de los políticos a una reforma mínima de las leyes armamentísticas que pudiera haber impedido la muerte de sus 17 compañeros y profesores.

Ambos grupos se enfrentaron en Dallas, a las afueras del centro de convenciones Kay Bailey Hutchison donde se habían reunido los miembros del NRA. Un cartel luminoso acusaba al gran 'lobby' armamentístico de facilitar el trabajo a los terroristas domésticos. La llamada Brigada de la Luz del Norte de Texas ha defendido en el pasado a los refugiados sirios y se precia de encontrar fórmulas creativas para defender causas de justicia social, derechos humanos y sostenibilidad. Esta vez pretendía llamar la atención sobre la irracionalidad de quienes rechazan a los refugiados por miedo al terrorismo, cuando desde el 11-S los atentados cometidos en EE UU han sido perpetrados por sus propios residentes.

Trump no estaba allí para citar a Voltaire sino para explotar las bajas pasiones de los cinco millones de miembros que tiene la NRA. El mandatario mintió al decir que el 98% de los tiroteos se llevan a cabo en zonas donde las armas están prohibidas y recurrió a la teoría de que de haber habido «patriotas» armados en los colegios, el autor «se hubiera largado o le hubieran metido un tiro». Y a continuación procedió a demostrar «la eternidad» de tiempo del que hubiera dispuesto cualquiera de los presentes para impedir una masacre. «Boom», pausa. «Boom», pausa. «Boom», pausa. Fingía con la mano apuntar una pistola pero las grandes masacres se han producido con rifles automáticos de estilo militar capaces de disparar al menos 45 balas por minuto.

Para Trump el problema de los pistoleros es su salud mental, pero en lugar de vetar la venta de armas a quienes tengan un expediente probado de desequilibrios mentales, bromeó con «ilegalizar todos los camiones y furgonetas», con los que seguirían cometiendo masacres incluso si no dispusieran de armas. «O mira en Londres, donde no tenían armas sino cuchillos y había tanta sangre en el suelo como en un hospital de guerra». Entre la furgoneta con la que atropellaron a los peatones del Puente de Londres y los cuchillos con los que apuñalaron a quienes se encontraron, los tres terroristas de junio de 2017 en Londres causaron ocho muertes, en comparación a las 58 de Stepphen Paddock en Las Vegas cuatro meses.

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