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Varios periodicos rusos llevan a portada la frase «nosotros somos Iván Golunov». Reuters
La detención de un periodista ruso acusado de traficar con drogas moviliza a sus compañeros

La detención de un periodista ruso acusado de traficar con drogas moviliza a sus compañeros

Continúan las protestas demandando su liberación mientras aumentan los indicios de que la Policía amañó el caso y presentó pruebas falsas

rafael m. Mañueco

Moscú

Lunes, 10 de junio 2019, 12:59

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El reportero de la publicación digital rusa Meduza, Iván Golunov, que investiga desde hace tiempo casos de corrupción en las altas esferas del país, fue detenido en Moscú el pasado jueves y, según los agentes que practicaron el arresto, encontraron en la mochila que llevaba sobres con cocaína y mefedrona, una droga sintética. Después, tras un registro en el domicilio de Golunov, la Policía aseguró haber encontrado más estupefacientes y hasta una báscula digital para distribuir las dosis en sobres.

Sin embargo, en declaraciones que fueron difundidas por las televisiones rusas desde la comisaría a la que fue trasladado, el periodista sostuvo que «nunca he consumido drogas, no las ha tenido ni la he visto jamás». Según Golunov, «está claro que me las han puesto ellos», refiriéndose a los policías que le apresaron y a los que efectuaron el registro en su casa. Cree que la causa del «montaje» tiene como objetivo hundirle por haber puesto al descubierto las prácticas corruptas de numerosos funcionarios, entre ellos jefes policiales y altos cargos del Ayuntamiento de Moscú.

En un informe elaborado conjuntamente por Baza y Transparency International, se asegura a que Andréi Shirov, el coronel que dirigió el operativo de arresto de Golunov, «podría ser propietario de terrenos en una urbanización de lujo de las afueras de la capital rusa por valor de 70 millones de rublos», casi un millón de euros, y el reportero de Meduza habría iniciado una investigación para esclarecerlo.

Por otro lado, los análisis de orina y sangre de Golunov, según sus abogados, no han probado la presencia de drogas ni tampoco trazas de estas sustancias en sus manos y uñas. De todas formas, el sábado, el juez dictó para él arresto domiciliario a la espera del juicio y le imputó por «tráfico de drogas». Ese mismo día, Golunov fue hospitalizado y se sospecha que fue a causa de la paliza que recibió de parte de los policías que le interrogaron.

Hoy lunes, los rotativos rusos, Védomosti, RBK y Kommersant, han aparecido con una misma portada en la que reza: «Somos Iván Golunov». Es la primera vez que tres publicaciones rusas salen a la calle con portada idéntica. Incluyen además un comunicado señalando que «las pruebas presentadas contra Golunov por la investigación no son convincentes y las circunstancias del arresto suscitan serias dudas sobre la legalidad con la que se llevaron a cabo las acciones judiciales».

Las tres publicaciones exigen «una comprobación detallada de la actuación policial y que su resultado se entregue a los medios de comunicación» para su difusión. Piden también «una investigación transparente» de los hechos. La empresa editora del portal para el que trabajaba, Meduza, sostiene en un comunicado que Golunov había sido objeto de amenazas en los últimos meses por sus materiales sobre corrupción.

Mientras, ante la sede del departamento moscovita del Ministerio del Interior ruso, en la calle Petrovka, 38, continúan los piquetes en demanda de la liberación de Golunov. Participan en ellos fundamentalmente periodistas de medios opositores. Uno de los congregados, Iliá Azar, ha dicho hoy que la acción de protesta continuará mientras no le sean retirados los cargos a Golunov. Según Azar, «hay planes de organizar una manifestación de protesta por lo sucedido, pero todavía no hemos obtenido los permisos correspondientes».

Amnistía Internacional ha denunciado las acusaciones «dudosas» presentadas contra el periodista de Meduza. Rusia aparece en el puesto 149 en la clasificación de libertad de prensa de RSF en 2019, detrás de México, Zimbabue o Argelia. Son notorias los asesinatos de periodistas, el de Anna Politkóvskaya fue uno de los de mayor resonancia, las agresiones y las acusaciones infundadas para acallarlos.

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