Treinta y dos personas son secuestradas en una estación ferroviaria de Nigeria

Además, ayer, las autoridades de esta misma localidad han informado del rapto de Precious Aigbonoga, presidenta del Tribunal Consuetudinario local, cuando se dirigía a la Corte municipal.

La inseguridad constituye el problema más acuciante en el país africano. El Estado de Edo, ribereño del río Níger, no sufre las consecuencias de la insurrección yihadista y, sin embargo, está considerado uno de los más violentos de país. Los conflictos entre pastores y agricultores y la expansión de las bandas criminales, organizaciones poderosas y con gran número de adeptos, se hallan en el origen de esta situación. Chris Osa Nehikhare, portavoz del gobernador, ha asegurado que el uso del tren se ha incrementado ante el mayor riesgo de ataque en los viajes por carretera.

Nigeria acudirá a las urnas el próximo mes para elegir su nuevo presidente. La lucha contra la criminalidad fue uno de los argumentos que esgrimió el general Muhamadu Buhari para ganar las últimas elecciones, pero su gestión ha supuesto un fracaso de enormes proporciones. El gigante subsahariano, uno de los mayores exportadores de petróleo, se enfrenta a circunstancias extremas. Más de la mitad de la población subsiste bajo el umbral de la miseria y la industria del secuestro masivo florece como uno de los negocios ilegales que reporta mayores beneficios.