«Hay que luchar por vivir, aunque pierdas a tu hermano y a tu marido por suicidio»
Susi de León superó su duelo escribiendo un libro. Participa en unas jornadas de prevención del suicidio en Antequera donde expuso cómo pudo superar el duelo
Susi de León Morgado es una gaditana profesora de Geografía e Historia en Grazalema. Tiene 61 años y preside la Asociación Ubuntu que busca compartir ... la realidad del suicidio entre las personas que lo padecen. En 1998 perdió a su hermano y tras superarlo «no podía creerme que me volviera a pasar». Le ocurrió en el 2010, esta vez con su marido. Tardó cuatro años en salir del duelo, pero lo consiguió y hoy ayuda a quien pasa una situación parecida. Lo tiene claro. «Hay que luchar por vivir, aunque pierdas a tu hermano y a tu marido por suicidio».
–Perdió a un hermano.
–Sí, éramos nueve, y él era el octavo de la familia.
–Significaría mucho para ustedes.
–Tuvo problemas desde los 14 años, posiblemente, tras una situación de acoso escolar, desarrolló una enfermedad mental que no superó, a pesar de estar en manos de los mejores especialistas.
–¿Cómo lo afrontaron?
–Mi madre siguió para adelante, haciendo frente a su sufrimiento, intentando superarlo con actividades que le gustaban, como la pintura. Fue un ejemplo para todos.
–Lo supera y a los doce años, su marido se suicida.
– A mi marido le aconsejaron someterse a un tratamiento para vencer el virus de la hepatitis C. No estaba enfermo, sólo era portador, pero podía desarrollar con el tiempo un cáncer o cirrosis hepática. Le convencieron; pero ese medicamento, lo ponía en el prospecto, provocaba depresión e intento de suicidio. Aún recuerdo ese texto, enmarcado en un recuadro.
–Los medicamentos.
–Estoy en contra de la sobremedicación. Cuando son necesarios, son maravillosos, pueden ayudar a superar una crisis. Pero cuando no...
–¿Y qué hacemos?
–Buscar otra alternativa, como los grupos de ayuda que creo que son más efectivos. En nuestro país se sobremedica y no hay otro tratamiento paralelo. El duelo, la depresión... necesitan palabras, limpiar el alma.
–¿Cómo era su vida cuando pasó lo de su marido?
–Yo tenía 48 años, éramos muy felices y nos pasó. Tengo dos hijos que entonces tenían 24 y 22 años.
–No podemos imaginar lo que tuvo que sentir al pasarle de nuevo.
–«¡Otra vez no, por favor!», dije al enterarme de lo de mi marido. No me lo podía creer que volviera a pasarme.
–¿Cómo reaccionó?
–Estuvimos dos meses en el hospital tras su intento de suicidio, donde no le trataron como debieron. Tras fallecer, denuncié al hospital y gané el juicio.
–¿Qué pasó?
–Sobrevivió inicialmente al intentar suicidarse, pero de la caída, no. No entendí aspectos que podrían haberle ayudado más y mejor.
–Se derrumbaría.
–Con dos hijos no puedes hacerlo y tienes que agarrarte a lo que puedas.
–¿Cómo fueron las semanas posteriores?
–Duras, tenía contracturas y cuando me las trataban, me salían lágrimas de los ojos.
–¿Qué puede decirle a alguien que pase por algo parecido?
–Al igual que nos pasan cosas buenas, hay que aceptar que nos pasan también trágicas. Yo viví 26 años maravillosos...
–¿Por qué se opta por el suicidio?
–Hay quien tiene problemas mentales, pero los hay muchos que no, que son cuestiones que le rodean en su vida. No creo que quieran morir, sino aliviar el dolor que padecen y no hacernos sufrir más a los que estamos con ellos.
–¿Cómo superó esta pérdida?
– Tras un año, decidí viajar y busqué sitios para meditar, escribir... Hice un curso en Oseling en la Alpujarra que me encontré para aceptar la muerte y entender la vida. Aunque muera la persona que más quieras, hay que seguir viviendo. Fue la época de los tsunamis y no olvidaré a una mujer que buscaba entre los escombros a su marido e hijos. Comprendí que el sufrimiento también forma parte de la vida.
–Escribió un libro.
–Sí, 'Amazona en la centella. Una bolsa para afrontar el duelo'.
-¿De qué trata?
-De mi propia experiencia tras la muerte de mi marido. Es un canto a la rebeldía, una denuncia del sistema en el que vivimos, sobre todo el sistema sanitario en su corporativismo, en su clientelismo de las multinacionales farmacéuticas, aún a costa de la propia vida de las personas.
-¿Y de esperanza?
- Así es. Las personas tienen que ser valientes a narrar su dolor y su sufrimiento que se encuentran por el camino, para recuperar su dignidad y su esperanza. La vida está llena de belleza, de amor y de vida. No podemos quedarnos en la muerte.
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