La feriante de los coches de choque de Valle de Abdalajís se defiende: «Si no pudiera seguir, desmontaría y me iría»
La responsable de la atracción que provocó lesiones oculares a varios menores admite que no puede asegurar «al 100% que no sea problema mío», pero recalca que actuó de inmediato al conocer lo ocurrido
La feria de Valle de Abdalajís, que este año debía ser un espacio de diversión y reencuentro, terminó marcada por un incidente que dejó huella. ... Durante estos últimos días, varios menores y jóvenes (algunas estimaciones vecinales elevan la cifra a casi un centenar) fueron atendidos por lesiones oculares que, según las familias, habrían sido provocadas por partículas metálicas o restos de grasa desprendidos del sistema eléctrico del techo de los coches de choque. En este clima de preocupación, la feriante de la atracción implicada ofreció su versión en declaraciones a SUR y afirmó que, de no poder seguir funcionando con seguridad, «desmontaría y me iría»
La encargada de esta atracción cuenta con más de tres décadas de experiencia en ferias de toda la provincia de Málaga e insiste en que este es un episodio aislado en su trayectoria. «Lo primero que no quiero es que mi negocio cause un daño. La seguridad está por encima de todo, incluso de mis ingresos», puntualizaba con tono firme. Además, explica que, antes de estar en el Valle de Abdalajís, había trabajado en las ferias de Casabermeja y Alozaina «sin registrar incidentes de este tipo».
El aviso formal, según su relato, llegó el domingo por la tarde, cuando la Guardia Civil acudió a informarle de que varios niños habían sido atendidos por molestias en los ojos: «En ese momento, llamé a mi perito de confianza. Hicimos una videollamada y me indicó que debíamos volver a engrasar la red eléctrica de la atracción. Lo hicimos de inmediato». Este mantenimiento, dice, forma parte del trabajo habitual, ya que el sistema requiere lubricación para evitar chispas y desgaste.
La empresaria también manifiesta y certifica con rotundidad que toda la documentación estaba en regla antes de iniciar la feria. «En el Valle de Abdalajís se exige entregar los permisos antes incluso de montar: Hacienda, OCA, extintores… todo. Y me parece bien, porque así no se corre el riesgo de tener una atracción montada y cerrada por no cumplir requisitos. Yo no me arriesgo, porque si algo falla, la primera perjudicada soy yo». Sobre el posible origen del problema que provocó daños en las corneas de varios menores, la feriante pide cautela. «No puedo decir al 100% que no sea problema mío, pero tampoco lo contrario«, quiso matizar. De hecho, ella alega que la atracción se »limpia todos los días« y nunca, en palabra de la protagonista, »hemos encontrado acumulaciones peligrosas», asegura.
El dinero
Durante los días de feria, dice, devolvió el dinero de las fichas a todos los clientes que lo pidieron, incluso a quienes ya habían disfrutado parte de la sesión. «Por el dinero no me muevo. Lo que me interesa es que la gente se quede conforme y que nadie se lleve un mal recuerdo», subraya. También recuerda que en su carrera ha tenido que afrontar otros imprevistos, aunque de menor gravedad, y que en todos ellos buscó una solución rápida. «He llegado a pagar de mi bolsillo gafas rotas o daños, incluso cuando el seguro no lo cubría. Forma parte de la responsabilidad de estar al frente de una atracción».
«Por el dinero no me muevo. Lo que me interesa es que la gente se quede conforme y que nadie se lleve un mal recuerdo», explicó la feriante
Mientras tanto, el Ayuntamiento defiende que la feria cumplía con todos los trámites y revisiones técnicas que marca la ley antes de su apertura. Sin embargo, la presión vecinal aumenta. Colectivos locales reclaman que, más allá de las inspecciones previas, se establezcan controles durante el desarrollo de las fiestas, especialmente en atracciones con elementos eléctricos expuestos o que requieran mantenimiento diario.
Para la feriante, ese debate no es una amenaza, sino una oportunidad para reforzar la confianza del público. «Yo vivo de esto, he dedicado mi vida a las ferias. No me interesa tener una atracción abierta si supone un riesgo para la gente. Prefiero perder unos días de trabajo antes que poner en juego la salud de nadie», concluye.
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