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Julio J. Portabales
Valle del Guadalhorce
Miércoles, 13 de noviembre 2024, 21:38
El paso de la DANA volvió a sumir en la incertidumbre a los municipios de Álora y Cártama, que aún no habían olvidado los estragos sufridos hace dos semanas. La jornada de este miércoles 13 de noviembre transcurrió bajo un cielo encapotado y con lluvias persistentes que llevaron a los vecinos a revivir, con temor, el recuerdo reciente de las inundaciones. Aunque el río Guadalhorce no mostró signos inminentes de desbordamiento, la acumulación de precipitaciones en la parte alta del valle, junto con los 50 litros por metro cuadrado registrados en Coín en una sola hora, incrementó el riesgo de crecidas y mantenía a la población en vilo.
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En Cártama, los vecinos observaba el comportamiento del río con nerviosismo. Carlos Menéndez, quien trabaja en la Universidad de Málaga y vive en la Estación de Cártama, salía con su paraguas para comprobar el estado del río. «Hemos pasado por esto más veces, pero lo que es más novedoso es la intensidad», comentó mientras miraba la corriente con aprensión. La tormenta de hace dos semanas había pillado a muchos desprevenidos. «La otra nos pilló en la calle, fue todo sobre la marcha. Esta vez, al menos, ya sabíamos que venía», relataba Menéndez, destacando el cambio en la respuesta de los vecinos. Sin embargo, a pesar de los avisos previos, el miedo persistía, especialmente tras los trágicos sucesos en Valencia. «Hay psicosis y, al mismo tiempo, mucha prevención. Todo el mundo se ha puesto las pilas», añadía, evidenciando la mezcla de alerta y resignación.
La inquietud por el crecimiento del Guadalhorce venía precedida por el agua que el río recogió a su paso por Coín. En esta localidad la situación fue especialmente intensa durante la mañana, cuando en tan solo una hora se registraron 50 litros por metro cuadrado. La calle España se transformó en un río improvisado, mientras que el polígono de Nuestra Señora de Lourdes sufrió inundaciones que generaron preocupación entre los vecinos y comerciantes. Sin embargo, llegada la tarde, la situación se estabilizó, dejando solo algunos locales con pequeñas filtraciones de agua que entraban por el techo. La rápida reacción de los residentes y la mejora de las condiciones meteorológicas contribuyeron a que los daños fueran menores de lo esperado.
Álora, por su parte, se transformó en un auténtico pueblo fantasma. Las calles desiertas, los comercios cerrados y el silencio que envolvía la localidad reflejaban la preocupación de sus habitantes. Antonio Trujillo, uno de los pocos comerciantes que decidió mantener su tienda abierta, describió el ambiente como inusualmente inquietante. «No ha venido casi nadie. Si la cosa se pone peor y llueve más, cierro y me voy a casa», comentaba con una mezcla de pragmatismo y precaución. La experiencia de las inundaciones recientes había hecho que muchos prefirieran no salir de sus casas. Aunque la situación no se mostraba tan crítica como la vez anterior, la calma seguía siendo frágil y la tensión latente.
A medida que fue avanzando la tarde, las lluvias comenzaron a ceder ligeramente. «Ya se está calmando la cosa, por ahora. El nivel del río ha bajado», informaron fuentes locales del municipio de Cártama, aliviando parte del nerviosismo general. Aunque no se cortó la carretera A-7057, una balsa de agua significativa, dejando zonas cercanas anegadas, obligaba a los conductores a extremar la precaución al circular.
El impacto de la DANA no se limitó a los daños materiales. Las evacuaciones preventivas de algunas zonas de Cártama, como la barriada de Doña Ana, y el cierre de colegios y comercios fueron una muestra clara de la seriedad con la que se tomaron las medidas de seguridad.
La movilidad se redujo drásticamente, y las calles permanecieron casi vacías. La alerta roja contribuyó a que muchos vecinos optaran por la seguridad de sus hogares, por lo que la escena general era de puertas cerradas, ventanas iluminadas y una vigilancia constante al cielo, esperando que la situación no empeorara.
La memoria de la última DANA, que había dejado viviendas anegadas y vidas alteradas, seguía fresca en la mente de los habitantes de Álora y Cártama. Los ayuntamientos de ambos municipios mantuvieron un flujo constante de información para tranquilizar a la población y reforzar las medidas preventivas.
Las horas avanzaron lentamente, con vecinos pendientes de las actualizaciones meteorológicas y preparados para actuar. En otros puntos del Guadalhorce como Pizarra, el día trancurrió sin graves incidencias, aunque sí con intensos episodios de lluvias, durante la mañana.
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