La picaresca para ir sentado en el Cercanías desde Málaga a la Costa: así funciona
Cada vez más viajeros cogen el tren en sentido inverso entre María Zambrano y Centro-Alameda, con lo que se aseguran una plaza hasta Fuengirola
Es un truco que está cada vez más extendido: Con la gratuidad de los abonos del Cercanías, que todavía sigue vigente, ya no es necesario ... salir del tren al llegar a la última estación. Anteriormente, había que desalojar el vagón y, en caso de querer volver a viajar, había que pasar de nuevo por los tornos. So pena de que, al llegar a la parada de destino, no se abrieran las puertas o fueran multados.
En cambio, la coyuntura actual, en la que no es obligatorio salir del tren en la estación término para los usuarios habituales (que viajan gratis con el abono subvencionado del Gobierno), ha dado pie a una picaresca que desde Renfe se limitan a definir como «un comportamiento incívico». Pero sin entrar en más valoraciones, ya que, hoy por hoy, esto no es ilegal ni está expresamente prohibido.
La fórmula es sencilla: se trata de que cada vez más viajeros de la línea C1 de la Costa del Sol, que tiene una demanda que se desborda en las horas punta, se suben al tren en María Zambrano... Pero lo hacen hacia la siguiente (y última) parada de Málaga capital, que es la de Centro-Alameda. Esto es, viajan un pequeño tramo en dirección contraria a la que realmente quieren ir.
Una vez en Centro-Alameda, no desalojan el vagón sino que se quedan sentados cuando todo el aluvión de nuevos pasajeros se sube al mismo. De este modo, lo que consiguen es garantizarse una de las cotizadas plazas para viajar cómodamente hasta Torremolinos, Benalmádena o Fuengirola. SUR ha podido comprobar en las frecuencias comprendidas dentro de la hora punta de la tarde (de 14.00 a 15.00 horas) cómo muchos de los pasajeros se quedan sentados, o incluso cambian de asientos (por ir más cómodos); pero no se bajan en la parada del Cercanías de la alameda de Colón.
Esto es factible, sobre todo, para los usuarios que proceden de diversos puntos de la ciudad, y que pueden elegir el lugar donde hacen el trasbordo entre medios de transporte público, sobre todo del autobús o del metro al Cercanías. Francisco Moya, que utiliza a diario este servicio para ir a trabajar desde Torremolinos hasta el Centro de Málaga, y que se ha ganado el sobrenombre del «azote de Renfe» por sus compromiso con este servicio público, asegura que este fenómeno ha proliferado en las últimas semanas. A su juicio, esto se ha notado, sobre todo, a partir de septiembre, coincidiendo con la vuelta a la actividad en la Universidad y otros centros educativos para adultos, como los institutos de FP.
Respeto por los mayores
«Muchos se suben en María Zambrano en dirección al Centro, que es un trayecto corto, de una sola parada, y se quedan sentados o al menos ya están buscando sitio desde dentro y son los primeros en cogerlo», relata, sobre su experiencia diaria (ya que su parada es precisamente la de la Alameda). Luego llega la confusión de la gente en el andén, que es estrecho y donde es complicado entrar y salir. «De manera que, cuando nos subimos los que venimos del Centro, hasta el 50% de los asientos ya están ocupados», se lamenta.
La parte más negativa de lo que, en principio, no es más que una forma de picaresca, es la que tiene que ver con los usuarios vulnerables, tales como las personas mayores, las embarazadas y las familias con niños pequeños. «Lo peor de todo esto es que, habitualmente, no hay respeto por estas personas, y los que van sentados no les suelen ceder el asiento a los que más lo necesitan, a pesar de que algunos incluso están señalizados como de uso prioritario para ellos», denuncia Francisco Moya.
Por ello, en opinión de este usuario experto es necesario que Renfe desaloje con su personal de seguridad los trenes al llegar a la parada de Centro-Alameda, para que el acceso a los vagones se haga en igualdad de condiciones. Y obligar de alguna forma a que los asientos sean utilizados por los viajeros que más los necesitan.
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