Andrés Gallardo, el triunfo de la porcelana rota

«Lo que hacíamos al principio era una especie de collage de esas piezas rotas, combinando la cabeza de una pantera con una hoja rota que había pertenecido a un jarrón. Y combinando estos elementos, creamos los primeros collares», explica Casal. Y así continuaron creando joyas únicas a partir de figuras de porcelana. El concepto y la estética de esas piezas llamaron la atención de clientes y prensa especializada, lo que provocó que ya no fuese viable satisfacer la demanda con los hallazgos en mercadillos y anticuarios.

Gallardo y Casal tenían que crear sus propias figuras de cero, pero manteniendo su original propuesta. Se pusieron manos a la obra para encontrar un taller de cerámica adecuado a sus necesidades. Una búsqueda que les llevó hasta Portugal, donde ambos habían trabajado cuando se dedicaban a la industria textil como diseñadores.

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En el país vecino dieron con Francisco Pinto, un artesano hijo y nieto de modelistas cuya fábrica estaba prácticamente cerrada. «Allí llegamos con nuestros collares de porcelana rota y le propusimos reproducir algunas piezas guardando esa esencia de la rotura. Era algo bastante extraño para él, que estaba acostumbrado a hacer piezas perfectamente acabadas, y de repente llegamos nosotros para decirle que queríamos hacer animales como rotos, huecos por dentro… -cuenta Casal entre risas recordando aquel momento. Pero se unió al proyecto sin pensarlo, con mucha ilusión, y hasta hoy. Es una parte imprescindible de nuestro proyecto». Casal y Gallardo tienen en el taller de Francisco el grueso de la producción, y realizan colaboraciones con otras pequeñas fábricas españolas, como con la que comenzaron a realizar la figura del león que está en sus maravillosos bolsos, donde quieren seguir manteniendo ese vínculo tan especial.

Un proyecto que germinó en 2010 y que se mantiene en la cresta de la ola con un símbolo muy especial desde el inicio: el conejo. «No fue algo buscado -comenta Casal-. Coincidió que una de las primeras tiradas de collares que hicimos, cuando aún eran piezas únicas, encontramos toda una colección de conejitos de porcelana que transformamos. Les rompíamos, les quitábamos la patita, la cabeza… y con eso creamos una colección de collares que nos gustó mucho como quedó. Cuando empezamos a trabajar con nuestro equipo de artesanos y empezamos a reproducir nuestras propias figuras, por supuesto, hicimos conejos porque queríamos mantener un poco ese elemento». Una figura muy demandada, en especial por los clientes del mercado asiático, donde la firma tiene muy buena acogida, tanto por la simbología animal como por su trabajo artesanal.

El proceso creativo de Andrés Gallardo ha sido el eje de la semana de la artesanía en la octava edición de Madrid Craft Week, con la identidad, origen y autenticidad como valores de culto de esta tendencia. Una celebración en más de 200 comercios de moda, decoración, diseño y gastronomía de la ciudad, donde la firma tiene su tienda principal, , a escasos metros del bar en el que brindaron hace ya más de una década por el inicio de esta aventura.