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La periodista Teresa Viejo publica un ensayo sobre la curiosidad. «Tenemos que vivir aceptando que la vida es incierta», dice. L. MALIBRÁN
Teresa Viejo: «Soy muy curiosa, pero nada cotilla»

Teresa Viejo: «Soy muy curiosa, pero nada cotilla»

La periodista publica un ensayo sobre el «hambre de saber» y confiesa que nunca se sintió cómoda con «el escrutinio que implica la fama»

ARANTZA FURUNDARENA

Domingo, 15 de mayo 2022, 00:06

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No se recuerda a sí misma como una niña rebelde, sino «muy estudiosa, bonachona y educadita». Pero en el momento en que los adultos le dijeron «eso no se hace», una fuerza interior la llevó a averiguar el por qué. Curiosa desde la cuna, Teresa Viejo lleva diez años dedicada a investigar una pulsión que ella define como «un superpoder, la primera de las 24 fortalezas humanas, la llave de las mil puertas». Todo su aprendizaje sobre la curiosidad lo ha condensado en un libro, «que no es de autoayuda -precisa- sino de desarrollo personal, de autoconocimiento». Se titula 'La niña que todo lo quería saber'.

Presentadora de televisión, locutora de radio (actualmente conduce 'La observadora' en RNE), escritora de novela negra (recién premiada en el Festival Aragón Negro) y exdirectora de la revista 'Interviú', Teresa Viejo a sus 58 años asegura que no cambiaría su actividad como mentora en 'Liderazgo curioso' por un programa de televisión «ni loca». Su existencia empezó a cambiar en 2011. «Ahí me digo: pasan cosas en mi vida que no me hacen feliz. Tengo trabajo, viajo, salgo... Pero yo miraba dentro y me veía un agujero en el pecho».

Un viaje a Palenque (México) la ayudó a iniciar el cambio. «Ábrase a su propósito real en esta vida», le aconsejó un chamán. «Estás muy en lo mental, tienes que bajar al corazón», le decían sus amigas. Luego vininieron su formación en Comunicación No Violenta («Llegué para adquirir un lenguaje pero transformó mi vida») y su tercera novela, 'Mientras llueva', protagonizada por una mujer de ciencias que se cierra a todo lo emocional. «Descubrí que me estaba enviando mensajes a mí misma».

Hoy Teresa mira hacia atrás y no se reconoce. «Mi mentalidad ha cambiado tanto... Cuando conectas con tu núcleo positivo, floreces. Sin la dimensión espiritual el ser humano está cojo. Para algunos lo espiritual es ir a misa, pero no. Yo soy meditadora. Cuando conectas con el corazón todo es muy fácil. Porque vivir en el fondo es fácil, lo complicamos nosotros. Con los años he aprendido a perder disciplina y a abrazar mi anarquía».

Teresa Viejo Jiménez nació en un barrio obrero de Madrid, en el seno de una familia humilde y tuvo una niñez muy de 'Cuéntame'. «Yo compartía espacio con mi hermana en una habitación pequeñita donde no había calefacción central y pasábamos mucho frío en invierno. Dormíamos en literas -recuerda-. No fue una infancia de abundancia pero sí amorosa y con un gran sentido del sacrificio y del esfuerzo personal».

Hay siete tipos de curiosidad, según esta periodista. Pero el cotilleo no figura entre ellos. «Yo soy tremendamente curiosa pero nada cotilla», puntualiza. «Son dos conceptos distintos. El cotilleo es la tendencia a la intromisión en la vida ajena. La curiosidad en cambio es el hambre por saber». Sin embargo, como personaje público confiesa haber sido víctima de la curiosidad ajena en las etapas en que disfrutó de un alto perfil mediático. «Voy a decir la verdad. No me sentí cómoda con el escrutinio. Por eso ahora mi vida es tan placentera. Puedo salir a la calle con una pinza en la cabeza y nadie me va a decir nada».

Juego de preguntas

Afirmaba Casanova que el amor es una parte de apego y dos tercios de curiosidad, y Teresa Viejo lo suscribe. «El acercamiento a mi pareja fue un puro descubrimiento de curiosidad -relata-. De hecho hicimos un juego de preguntas antes de conocernos para ver si lo que íbamos averiguando del otro nos parecía interesante». Resultó que sí. «Es que a mí la curiosidad siempre me atrae personas maravillosas».

Pero la curiosidad no está exenta de clichés. Se la culpa, por ejemplo, de haber matado al gato... Ella lo desmiente. «Es una interpretación errónea de un viejo dicho que procede de un novelista coetáneo de Shakespeare. La curiosidad no mató al gato sino la precaución, el quedarse parado». La curiosidad, según esta periodista, también es la mejor vacuna contra el miedo a la incertidumbre. «No creo que haya habido un momento histórico con mayor miedo a lo incierto que este. Pero tenemos que vivir aceptando que la vida es incierta. E incluso disfrutar de lo incierto y considerarlo placentero. Pero esto sí que es la pera limonera y yo aún no lo he logrado», confiesa.

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