Mónaco se va de fiesta con el bautizo real
Jacques, el heredero, y su hermana Gabriella, los hijos de Alberto y Charlène, recibieron el sacramento en la catedral de San Nicolás.Estaban invitados todos los monegascos: unos 37.000
D. VIDAL
Lunes, 11 de mayo 2015, 00:30
Las criaturas llevaban cinco meses encerradas y el pueblo ya estaba ansioso. Nacieron el 10 de diciembre, sus padres les presentaron en sociedad desde el ... balcón del Palacio Grimaldi el pasado 7 de enero y, desde entonces, no se les había vuelto a ver el poco pelo de sus cabecitas. Pero ayer tocaba bautizar al príncipe heredero Jacques y a la princesa Gabriella y, como manda la tradición en la familia real de Mónaco, había que montar un buen sarao, a la altura de los Grimaldi. Como ya hicieron Rainiero y Grace Kelly con su boda de película, Alberto y Charlène quisieron compartir su momento de «felicidad» con los monegascos e invitaron a «todos» los súbditos a los fastos: u nos 37.000. El entregado pueblo del principado volvió a volcarse con su Corona y no se cansó de aplaudir y jalear a los recién bautizados durante su segundo baño de multitudes, que la familia se brindó al sol de Mónaco, saludando a diestro y siniestro. Pese a todo, la catedral de San Nicolás amaneció blindada y solo 600 invitados tuvieron el privilegio de asistir en primera línea a la celebración, a la altura de una boda real y en la que tuvieron un papel protagonista las dos niñeras de los bebés. Esta vez, además, los Grimaldi no han vendido la exclusiva y la celebración (y todos los detalles) se han podido seguir en directo por Youtube.
El hecho de que los pequeños Jacques y Gabriella llegaran a la catedral en brazos de sus niñeras y los padres lo hicieran más tarde, sin sus hijos, en un día como el del bautizo, suscitó un torrente de comentarios en internet y las redes sociales. De hecho, durante la mayor parte de la ceremonia, oficiada por monseñor Bernard Basi, los mellizos tampoco estuvieron con sus padres. Las dos mujeres encargadas del cuidado de los bebés se los llevaron a una sala aparte. A ver si se iban a poner a llorar, o algo. Mientras tanto, Alberto, Charlène y el resto de la familia (con las ausencias destacadas de Tatiana Santo Domingo, que acaba de ser madre, y Carlota Casiraghi, que está en Asia con su esposo) escuchaban la Santa Misa en la que Andrea Casiraghi leyó la Carta de San Juan. Pero todo esto tampoco resulta tan extraño al consultar la hemeroteca: en el bautizo del propio Alberto sucedió lo mismo. Fueron sus niñeras quienes le llevaron a la pila. Papá Rainiero también llegó después. Será una tradición.
A la salida del templo, por supuesto, los felices padres posaron sonrientes con sus hijos, alucinados con toda la jarana de música y bailes típicos y vestidos de un blanco inmaculado Baby Dior para la ocasión. Charlène iba a juego. Vítores para los monarcas y más saludos de los soberanos, pero esta vez ya sin los niños en brazos, que se habían vuelto al palacio, con las niñeras.
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