María Barranco: «No hay quien me hunda»

«En realidad cuando me llamó Pedro Almodóvar para hacer la película estaba a punto de tirar la toalla porque siempre me decían que si era muy alta, delgada, que con María Barranco no iba a ningún lado porque era nombre de folclórica...», reconoció la malagueña durante la charla con Alberto Gómez, codirector del Aula de Cultura junto a Regina Sotorrío. Pero ella sabe lo que vale y así lo confesaba unos minutos más tarde en la charla: «Las actrices somos como los vinos, con el tiempo ganamos... A mí me llaman 'la corcho', no hay quien me hunda; la verdad es que me siento una persona muy afortunada. Lo que hay que hacer es no castigarse a una misma».

En esa parte de la conversación habló de la gestión de la incertidumbre en el mundo del cine: «Se lleva malamente porque en esta profesión o te comes las uñas o te comes las uñas, es decir, o no te llaman o no te da tiempo a descansar. A veces te castigas y te dices: 'ya no valgo ni sirvo', pero hay que quererse. A partir de los 40 años te vuelves invisible, pero eso está cambiando ya porque el mundo del cine ha incorporado a mujeres directoras, guionistas, fotógrafas... Y si te fijas, en el teatro los mejores papeles son para las mujeres que ya tienen cierta edad», puntualizó María Barranco.

Ella, en esta edición del Festival de Málaga ha presentado 'Rubio cobrizo', un corto dirigido por Pablo Quijano y que ella protagoniza: «Es un papel que he tocado pocas veces, muy agria y muy seca», explicó la actriz, que admitía que le gustaría protagonizar en teatro 'La casa de Bernarda Alba'. «¿Vas a dejar la comedia?», le preguntaba Alberto Gómez. «No, no, no, para nada. Yo estoy abierta a todo, ilusión no me falta», respondía Barranco, que confesó que en su tiempo, Almodóvar había pensado en ella para otros papeles: «Quería que yo estuviese en 'Kika', pero estaba embarazada y no pude... Ya no he seguido embarazada y no me ha vuelto a llamar».

Aquel tiempo de 'Mujeres al borde de un ataque de nervios' fue el inicio de una María Barranco que aún no es consciente de que el tiempo haya pasado tan rápido. Eso es una buena señal. «Se pasa volando, para mí ha sido nada», aseguraba. Y justo en ese momento se proyectó una escena de la película de 1988 junto a Carmen Maura y Antonio Banderas: «Mira, qué monas...», comentaba nada más verse en la pantalla. «Es que es como si fuera una muñequita... A mí me gusta verlo porque es como si no fuera yo; cuando me veo en la imagen no me soporto, no me aguanto», confesó.

«Pedro siempre me decía 'María, piérdeme el respeto', porque es que yo estaba muy asustada, no sabía lo que era la técnica del cine». Incluso aún recuerda cómo en el momento en el que Almodóvar le dejó el mensaje de que quería que fuese, su marido le dijo: «Yo que tú no iba porque no te lo van a dar». Pero ella fue. Y se lo dieron. «Estaba como en una nube, no me lo esperaba para nada. En la calle la gente te paraba y te decía 'sos una diosa'», recordaba María Barranco ayer desde el Aula de Cultura.

«¿Se te ha subido alguna vez?», le preguntó Alberto Gómez cuando hablaron de los Goya y esos momentos en los que le reconocían por la calle. «Tonta te pones a la fuerza porque tanto decirte que eres estupenda... En ese momento no, porque no se hablaba tanto de salud mental, pero a lo mejor en ese momento tenía una 'pedrá'», reconoció entre risas. «Pero creo que no me porté mal. En esta profesión las cosas se suben pero también bajan muy pronto», añadió.

Con humor recordaba cómo su madre se tomó lo de ser actriz: «Llevaba unos días en Madrid y mi madre me envió un mensaje en el que ponía 'Nena, no hagas más el ridículo'. Pero luego pasado el tiempo sí que me decía: 'No, no, si yo sabía que tú llegabas'», contó con humor María Barranco, que también habló de las vecinas y el entorno: «Yo estaba deseando irme a Madrid para que las vecinas no me cotillearan... Cuando era jovencita lo de ser actriz era ser puta. A mi madre le decían: 'A tu hija le ha pasado lo mismo que a uno que quería ser torero, pero menos mal que ese murió'», explicó cómo trataban que ella fuese artista.

«Nunca pensé que iba a ser actriz, pero es verdad que me gustaba mucho imitar a las monjas y les hacía gracia. Aunque yo en un principio no sabía que lo de ser actriz era algo que se podía estudiar, yo siempre había sido de la que llegaba a lo justito sin matarme a estudiar, pero cuando descubrí el teatro me pasaba el día devorando libros y poesía», confesó. Pues qué bien que ella descubriese a la poesía y que el cine la descubriese a ella.

El Aula de Cultura, que organiza SUR de la mano de la Fundación Vocento y en colaboración con la Fundación Unicaja y Cervezas Victoria, celebra este año su trigésimo aniversario.