Kiti Mánver: «Madura eres a los 40 y tantos, yo soy vieja y no me asusta esa palabra»

–¿Se siente profeta en su tierra?

–Sí. A pesar de que no piso tanto como quisiera esta maravillosa ciudad, noto el cariño.

–Los homenajes invitan a echar la vista atrás. ¿Se arrepiente de algún 'no' o de algún 'sí' que dio?

–No tanto eso, me arrepiento de abrir la boca más de lo debido. Pero la terapia me ayudó mucho a trabajar mi ira.

–No parece una mujer airada.

–No, no lo soy. Tampoco lo era entonces. Pero cuando era joven era todavía más ignorante de lo que soy ahora y muchas veces abres la boca a destiempo. El tiempo, la experiencia y la terapia me han ido modulando. La terapia es importantísima, yo siempre la aconsejo a todas las personas, pero a los actores más aún.

–Ahora ya no habla a destiempo, pero tampoco se calla...

–Soy muy charlatana. Energéticamente soy un poco disparada, no lo puedo evitar. Pero estoy en edad de empezarme a callar (ríe).

–Al revés, está en edad de hablar lo que le dé la gana.

–Pero a hablar más pausadamente (ríe).

–'El inconveniente' le ha brindado un papel protagonista maravilloso. ¿Cuesta que lleguen ofertas así en el cine?

–Es difícil. ¡De mujer y vieja! Eso es para nota. Es una maravilla. Por eso este momento mío en Málaga es tan bonito. Es Málaga, han tenido las narices de hacer el festival presencial, la película va a concurso y es un homenaje a mi carrera.

–Vieja es una palabra que no gusta pronunciar.

–¿Por qué hay tanto reparo? Se quiere adornar diciendo mayor, madura... ¿Yo madura? Madura eres a los 40 y tantos, ahora yo soy vieja. Está muy despreciada esa palabra, la voy a poner en alza porque a mí no me molesta en absoluto. ¿Por qué hay que tenerle tanto miedo? Una vieja es una persona que te puede dar muchísimo, no es un trasto inservible. A mí no me asusta esa palabra para nada.

–Y luce el pelo largo y cano.

–Bueno, esta es la última locura que hago. Lo mismo mañana después del festival me lo corto. Pero me viene muy bien porque como me lo arreglo, tengo que levantar los brazos (risas).

–Decía en la rueda de prensa que ya tiene pagada su hipoteca. Imagino que eso es una liberación.

–¡Riqueza absoluta! Hace ya un año y pico que terminé.

–Entonces no hace mucho.

–Es que esto es muy complicado. Ya sabes cómo están los bancos, con los colmillos en la yugular.

–¿Lo llegó a pasar mal en la anterior crisis?

–Yo he perdido todos mis ahorros, como muchísimos españoles. Tenía una casa que me fui haciendo poquito a poco según iba ahorrando en Torrox-Frigiliana, con unos mangos ecológicos, y tuve que deshacerme de ellos.

–Es la parte que nunca se ve de la profesión...

–Por eso cuando dicen esas barbaridades algunos medios de 'estos millonarios, qué se creen'. ¿Están idiotas? Qué desconocimiento de las cosas. Es una profesión intermitente totalmente. Yo viví una época dulce de la tele, cuando la pagaban como dios manda, pero ahora... mucha plataforma pero el dinero no se ve por ningún lado. Hay trabajo, pero más precario económicamente.

–La soledad es un tema clave de 'El inconveniente'. ¿Es el mal de nuestra sociedad?

–Deberíamos aprender esto del covid, es una de las enseñanzas que deberíamos sacar. La soledad cuando la quieres sí, yo la disfruto en muchas ocasiones. Pero hay gente muy sola de verdad. El tiempo es oro para hablar.

–Pero ahora nos estamos aislando más. No nos tocamos, no nos acercamos...

–Hay que ser prudentes, luego nos achucharemos hasta ahogarnos.

–¿Envidia la fuerza que tiene ahora la lucha de las mujeres, que no existía en sus inicios como actriz?

–¿Qué no estaba en mi tiempo? Viene de hace dos siglos. ¡Que os creéis vosotras que es de ahora!

–Pero el feminismo es hoy un movimiento más transversal y universal.

–Nosotras tuvimos que sufrir, aunque todavía se sufre y se escuchan cosas como «feminismo igual a machismo». ¿Todavía? Hay muchas fuerzas que intentan ir para atrás, pero esto es imparable y necesario para la humanidad porque implica más solidaridad, mejor reparto... Mira los gobiernos que tenían mujeres cómo han gestionado lo del covid. Nosotras mismas tenemos que desaprender y evitar ciertas frases. En lugar de hija de puta hay que decir hija de satanás, por ejemplo.