Félix Viscarret cura su crisis de los 40 en 'Una vida no tan simple': ni padres ni profesionales perfectos

En la ficción, Isaías (Miki Esparbé) es un arquitecto que en sus inicios ganó importantes premios que encumbraron su carrera, como el Antonello. Pero ha pasado una década desde su último gran proyecto y, en este tiempo, ha sido padre de dos niños que ya tienen tres y cinco años. No consigue ser ese profesional de éxito que prometía, está agotado tras pasar las tardes en el parque y recogiendo juguetes en casa, la relación con su mujer (Olaya Caldera) se resiente y tampoco fluye la comunicación con su mejor amigo (Álex García). En ese momento, conoce a una madre del cole (Ana Polvorosa) que pasa por una situación similar. Todo contado en un tono contenido, pero con puntos muy cómicos en el retrato de ese padre sobrepasado.

Salvo la crisis de pareja, todo lo demás guarda parecidos razonables con Viscarret: «Hace unos años gané mi Antonello». Y fue aquí, en Málaga: hace exactamente 15 años, el director se llevó la Biznaga de Oro por 'Bajo las estrellas'. «Aquel recibimiento, aquella acogida y aquel éxito hace que uno se llene de ilusiones y de expectativas», admite. Pero fueron pasando los años y ese momento álgido «va tardando en volver», y en el camino llegan los niños (ahora ya pre-adolescentes). «Y tienes la sensación de que en el parque no te hacen caso, de que los amigos que no tienen hijos dejan de llamarte y de que han encontrado a alguien más joven y exitoso que tú para hacer el proyecto», relató con una absoluta sinceridad, con guiños constantes a su mujer que se sentaba en el patio de butacas.

Porque trabajo no le ha faltado a Viscarret desde que se alzara con la Biznaga de Oro y después con el Goya al mejor guion adaptado por 'Bajo las estrellas' -ahí está 'Patria'-, pero 'Una vida no tan simple' es el primer proyecto personal que consigue levantar desde entonces. Y, apostilla con sorna, «no es autobiográfico».

Lo desmiente una vez más la confesión del momento en el que nace la idea del filme: una noche en la que se queda a cargo de los niños para que su mujer vaya a una fiesta, los pequeños se duermen en el coche y tiene que subirlos a casa haciendo equilibrismo con los dos en brazos. Una situación un tanto cómica en la que se siente frustrado por no irse de marcha y, al mismo tiempo, reconfortado al tener a sus dos críos dormidos encima. Y es entonces cuando uno se da cuenta de que «aunque la vida no sea tan fácil, encuentras tu lugar». «Somos afortunados, la vida sigue mereciendo la pena», reflexionó.