Mari Ángeles Castán, feriante: «Cuando tenía 9 años estaba aprendiendo en la taquilla de la noria»
Esta profesional que regenta un puesto de algodones dulces pertenece a una tercera generación de feriantes en su familia
Como ella misma dice, se ha criado entre algodones. Mari Ángeles Castán es la tercera generación de feriantes y, desde su puesto en la Feria ... de Málaga, cuenta su historia: «Tanto mis abuelos paternos como maternos eran feriantes. Esto es un negocio totalmente familiar y llevamos toda la vida viniendo a esta feria, primero con la noria infantil, que sigue llevándola mi hermana, y los últimos diez años estoy con el puesto de algodón. He nacido en esto y desde los nueve años ya estaba aprendiendo en la taquilla de la noria», relata Mari Ángeles, que se divide los turnos con su pareja y viven en una caravana justo detrás de su puesto.
Noticia relacionada
Juanjo Vergara: «Llegamos a la feria agotados después de los 15 días de montaje»
Explica su rutina con una sonrisa en el rostro: «Empezamos a las cuatro y media de la tarde y estamos hasta que nos echa la policía», asegura. «Me gusta todo de mi trabajo, aunque siempre he querido estudiar, pero mi madre quedó viuda cuando yo era pequeña y toda mi vida he tenido que dedicarme a esto. Pero aún así, no cambiaría por nada lo que hago», confiesa la feriante. Los días de feria son como un campamento, entre compañeros y familia, y su verano se resume en vivir en la caravana y moverse con los puestos en las diferentes fiestas andaluzas. Venden desde algodones hasta diferentes tipos de snacks, refrescos y agua. «Aquí se vende mucho y este año estamos incluso mejorando los números del anterior, algo que era necesario ya que los precios de todo han subido. Hay competencia entre los compañeros, pero también tenemos muy buena relación porque nos conocemos la gran mayoría desde hace muchos años», apunta.
También conoce bien a la Feria de Málaga y a sus visitantes. Y reconoce que la clientela es de las mejores que tienen: «Esta es una de las grandes ferias de Andalucía. La gente que viene aquí no es para nada conflictiva, los malagueños son encantadores. Además, este tipo de puesto es muy gratificante porque vienen muchos niños con sus padres a comprar el algodón, que al fin y al cabo es una de las tradiciones de la feria más infantil», comenta Mari Ángeles.
Lo del calor lo lleva lo mejor que puede y asegura que gracias a los turnos y cambios con su pareja, aprovecha para darse una ducha, refrescarse y, por qué no, un poco de sombra aquí y sombra allá para sentirse de feria. Como dice ella, «un poquillo de barniz en la cara», apunta entre risas.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión