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Cajón colocado en el atril que ocupará Albert Rivera.
Rivera se baja del cajón

Rivera se baja del cajón

El líder de Ciudadanos, que el sábado pidió un alza tras el atril para que se apreciara mejor la gestualidad de sus brazos, decide retirarlo una vez que se hace pública la noticia

Mateo Balín

Madrid

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Lunes, 4 de noviembre 2019, 20:11

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El cajón estaba ahí, como se puede apreciar en la fotografía que acompaña esta información. Pero, nada más darse a conocer la noticia, Ciudadanos se movió deprisa, muy deprisa, para hacerlo desaparecer, para cortar de raíz cualquier comentario. Ahora dicen que nadie pidió que se colocara. La versión que facilitó a este periódico fuentes cercanas a la Academia de la Televisión es que Ciudadanos pidió para Albert Rivera un peldaño de madera, de unos diez centímetros, para que se apreciara mejor la gestualidad de sus brazos. Sus hiperactivos movimientos para reafirmar los mensajes. No cabe duda de que es el candidato que más tiene que arriesgar si nos atenemos a las encuestas.

Lo cierto es que estos diez centímetros de Rivera le hubieran igualado en plano abierto a Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno mide 1,90, Pablo Casado 1,77, Santiago Abascal 1,80 y Pablo Iglesias, 1,78. El hecho de que el líder del partido naranja esté posicionado a la derecha de los presentadores, en el último atril, también habría que tenido que ver en esta decisión.

Los organizadores del debate, al conocer la exigencias de los asesores de Rivera, tuvieron que modificar las pruebas de luz a gusto del candidato. Por si las moscas, tenían preparados otros cuatros cajones negros por si algún candidato quisiera usarlo. No hizo falta. Porque Ciudadanos pidió retirarlo. No solo eso, negó la mayor. Negó que ellos hubieran pedido el cajón. Entonces, ¿por qué se colocó ahí?

Iglesias, de nuevo en taxi

A las ocho y media, en punto, hizo acto de presencia Santiago Abascal. Era lo acordado. Que los líderes políticos llegaran al Pabellón de Cristal de la Casa de Campo en función de su representación parlamentaria, de menor a mayor. Abascal se estrenaba en estos terrenos. Llegó sonriente, sin corbata, con pantalón gris y americana azul marino. Y estampó dos besos a María Casado, presidenta de la Academia de Televisión, encargada de recibir a pie de coche a los 'combatientes'. La periodista llevaba un vestido negro sin mangas. Y la noche no era precisamente cálida. De hecho, no había más que ver cómo iban de abrigados los contertulios del programa previo al debate en TVE.

El segundo en llegar fue Pablo Iglesias, con chaquetón. Y lo hizo en taxi. En el asiento contiguo a la conductora. El líder de Unidas Podemos se hizo acompañar de Noelia Vera, a quien María Casado, en un gesto muy cercano, le acarició la tripa, una vez que se ha conocido que la diputada morada está esperando un hijo.

Albert Rivera apareció en el Lexus que estrenó en el debate del 28-A, del partido, con un impecable traje azul marino, al igual que poco después hicieran Pablo Casado y Pedro Sánchez. Los líderes de Ciudadanos y Partido Popular, que estos días viven momentos muy diferentes, uno con una formación en caída libre y el otro escalando peldaños en forma de escaños, optaron por corbata en tonos azules, mientras que el presidente del Gobierno en funciones se decidió por el tono rojizo.

Un digno plano medio

Tras pasar por maquillaje y de unos últimos minutos con sus asesores, llegó el momento de la foto de familia y... cada uno a su atril. Fue comenzar el debate y comprender por qué Rivera pidió en su momento el alza. Ese cajón de diez centímetros era casi una necesidad para tener un plano medio digno. El atril se comía, literalmente, a todos salvo a Pedro Sánchez y... también se salvaba, aunque de aquella manera, Abascal. Incluso a Ana Blanco, con una afonía más que evidente, y a Vicente Vallés, a quienes sí que se le colocó un alza de diez centímetros, la escenografía no les hacía ningún favor.

Los rifirrafes no tardaron en llegar, ni tampoco los trucos de magia de Rivera. Que si un trozo de adoquín de Barcelona por aquí, que si una lista interminable de cesiones de competencias por allá... Y esto no había hecho más que empezar.

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