Gobernar o mandar

En el ámbito empresarial, gobernar se relaciona con la gobernanza corporativa, que abarca la toma de decisiones estratégicas, la gestión de las personas y la optimización de recursos para garantizar el crecimiento y la sostenibilidad de la organización, es decir, liderar con visión estratégica, establecer reglas claras, fomentar la participación y buscar consensos. Gobernar significa crear estructuras que sobrevivan más allá de la figura del líder. En cualquier contexto, gobernar no sólo supone poder, sino también responsabilidad, visión y la capacidad de influir y coordinar eficazmente a las personas.

Mandar es dar órdenes o instrucciones con la expectativa de que sean obedecidas, ejercer autoridad sobre otros para imponer decisiones. El mando es inmediato, reduce los tiempos de reacción y otorga claridad operativa. En situaciones de crisis o cuando el tiempo apremia una autoridad fuerte puede ser un gran valor para movilizar a la organización. Su aspecto positivo es la velocidad y simplicidad. Ni dilación ni ambigüedad: se ejecuta lo decidido. Pero las empresas que dependen demasiado del mando de una sola persona suelen volverse dependientes, quedando su futuro atado a la permanencia o lucidez de ese líder. Las diferencias claves están en que gobernar tiene una visión a largo plazo, mientras que mandar es más inmediato y puntual. Gobernar requiere planificación y toma de decisiones estratégicas y mandar se centra en la acción y cumplimiento. Gobernar suele basarse en liderazgo e influencia y mandar en autoridad y jerarquía. Gobernar fomenta la adhesión y el compromiso, mientras que mandar genera obediencia, pero no necesariamente implicación. En definitiva, gobernar construye instituciones; mandar moviliza voluntades. Una empresa necesita equilibrar ambos conceptos. El reto está en saber cuándo corresponde cada uno. Los líderes empresariales no sólo tienen que ser buenos gobernantes o sólo grandes mandos, sino maestros en alternar ambas formas según las circunstancias.