Bioconstrucción sostenible desde el Valle del Genal
La empresa malagueña Los Guindales ejecuta más de 200 proyectos de edificaciones con materiales tradicionales como maderas, tierras, fibras y piedras
Loris Carboni nació en el sur de Italia hace 54 años. Aunque comenzó a estudiar Informática, dejó la carrera después de realizar numerosos viajes por ... toda Europa. Fue hace ya más de tres décadas cuando se afincó en Cádiz, donde se apasionó por las técnicas de construcción tradicionales, con materiales como maderas, tierras, fibras y piedras. «Hasta hace apenas un siglo no existían los químicos, el cemento industrial ni los plásticos», asegura este enamorado de la bioconstrucción sostenible.
Convencido de que se puede vivir de una forma «mucho más sostenible, a partir de los materiales que te ofrece la tierra», Carboni se especializó en la carpintería de armar, con la que se crean auténticas construcciones de grandes dimensiones únicamente con este elemento, para cubiertas, pérgolas o cerchas de edificios. «Aprendí mucho de unos arquitectos franceses, también de unos alemanes, y por supuesto, de la gente de los pueblos, observando las construcciones tradicionales», cuenta el fundador de Bioconstrucciones Los Guindales, una empresa con sede en la localidad de Algatocín, en pleno Valle del Genal.
Hasta un recóndito rincón de este abrupto entorno de la provincia malagueña se mudó hace ya más de doce años Carboni. Allí ha impartido numerosos cursos de formación sobre carpintería de armar estructuras. De hecho, la gran mayoría de sus socios a la hora de acometer nuevos proyectos en toda España han pasado antes por sus clases.
Loris Carboni, un italiano de 54 años, es el impulsor de la firma, que comenzó en Cádiz hace 20 años
Más de 200 proyectos llevan su sello, repartidos por toda la geografía española, desde Cataluña, Aragón, la Comunidad Valenciana, Navarra y, por supuesto, también en Andalucía, donde comenzó todo. «Me siento más gaditano que malagueño, porque me gustan mucho los Carnavales», confiesa este profesional, quien, de hecho, está planeando regresar en los próximos meses a la vecina provincia andaluza para darle un nuevo giro a su empresa, que pasará a llamarse Caja y Espiga y estará centrada especialmente en las construcciones de madera.
«La edificación de una vivienda completa con técnicas tradicionales de construcción requiere de muchos elementos a tener en cuenta, pero merece la pena, porque son más eficientes energéticamente y más sostenibles y respetuosas con el entorno y el medio ambiente», sostiene Carboni, quien cifra entre un 10 y un 15% el incremento de los costes con respecto a las técnicas de construcción convencionales y más modernas, usando hormigón armado, ladrillos cocidos y cemento.
Así, con sus técnicas de muros tapiales, adobes y tabiques de cañas y yeso, este profesional considera que se incrementan las prestaciones bioclimáticas de las viviendas. «Usamos materiales que no son tóxicos, como las cales y las arcillas, frente a los aglomerados de madera», apunta Carboni, quien destaca las ventajas de vivir «en un ambiente más sano, sin sensación de frío». «No hay que usar la calefacción», dice.
Respecto al mantenimiento que requieren este tipo de construcciones sostenibles, el fundador de Los Guindales apunta que no son mayores que en las convencionales. «La casa es nuestra tercera piel y siempre hay que mantenerla en buen estado», apostilla.
Como dato curioso, este carpintero resalta que «quizás muchos no saben que España es el tercer país de Europa en superficie arbolada después de Suecia y Finlandia». Sin embargo es el país donde este oficio de carpintero de armar más está desapareciendo. «Nuestra misión es mantener el oficio vivo a través de nuestros trabajos y a las formaciones que ofrecemos», apunta.
Así, gracias a sus conocimientos compiten con las máquinas de control numérico en cuanto a precio. Y con respeto a la estética, Carboni destaca que la belleza de un tronco macizo «jamás podrá asemejarse a un montón de listones encolados». «La carpintería de armar española ofrece las armaduras de pares y nudillo y las de cerchas trianguladas, además de infinitos entramados verticales que todavía resisten a las inclemencias del tiempo y a las escasas financiaciones de los gobiernos encargados de conservar el patrimonio arquitectónico», se lamenta.
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