Los agricultores malagueños se rebelan para ponerse en valor
Se quejan de estar vendiendo por debajo de costes, mientras sus productos se multiplican hasta por cuatro en los supermercados. Las protestas llegarán esta semana al campo malagueño con una tractorada convocada por todas las organizaciones agrarias y las cooperativas con la que se pretende bloquear la A92 en Antequera
Una ola de movilizaciones de agricultores y ganaderos está recorriendo España desde hace ya varias semanas para protestar, entre otras cosas, contra los bajos precios ... del aceite y de los productos hortofrutícolas y ganaderos en general. El sector agrícola está convencido de que detrás de las bajas cotizaciones está la especulación de los grandes grupos de distribución, las importaciones de terceros países sin ningún tipo de control y otras circunstancias «ajenas» al sector agroganadero, como el Brexit o los aranceles del Gobierno estadounidense ante las cuales la Administración central no ha sabido reaccionar a tiempo. El 'agro' malagueño ha decidido sumarse a las protestas y ya que ha convocado una tractorada el 13 de febrero en la comarca de Antequera.
Organizaciones agrarias como Asaja, COAG y UPA y productores denuncian que «los precios están tirados» debido a malas prácticas para el sector productor. Ponen de ejemplo las operaciones sin contrato y a «resultas» –sin un precio fijado previamente, por lo que se liquidan según los precios de venta–, y que las cotizaciones no responden a la oferta y la demanda, ni logran cubrir los costes de producción en muchas ocasiones, pero que los consumidores pagan muy por encima de lo que percibe al agricultor. Por este motivo cada vez son más los labradores y ganaderos que exigen que en los envases de las frutas y verduras figure también el valor al que han sido adquiridos en origen.
«Sufrimos unos precios injustos y estamos a merced de las cadenas de distribución y los intermediarios. La situación es lamentable y los políticos no hacen nada. No hay una explotación agraria que gane dinero», declara el gerente de Cooperativa Agroalimentarias de Málaga, Carlos Cintas.
La afirmación de que los precios de los productos se triplican o sextuplican cuando llegan al consumidor no está falta de razón. Calabacines que han sido pagados a los productores entre los 0,45 y 0,38 céntimos el kilo en la corrida, cuando llegan al supermercado son puestos a la venta a 1,99 euros el kilo. Aguacates que han tenido un valor en el campo de 2,40 euros, rozan los cinco euros en las estantes de la grandes cadenas de distribución. Patatas que en origen se han vendido a 0,15 euros el kilo se sitúan a 1,25.
Recorrido
El recorrido de un producto cultivado en Málaga hasta el consumidor no es largo. Sin embargo, suele pasar varios escalones en los que se va incrementando su precio ante la incomprensible mirada del agricultor. «Estamos muy preocupados. Hay mucho hartazgo», asegura el secretario general de COAG en Málaga, Antonio Rodríguez.
Antonio Ruiz es un agricultor de 43 años afincado en Torre del Mar, padre de dos hijos y licenciado en Geografía e Historia. Se gana la vida como agricultor explotando un invernadero familiar en Torrox mientras oposita. Ahora está en plena producción de calabacines y judías, y pronto empezará a cosechar tomates. Al no formar parte de ninguna cooperativa, lleva diariamente su producción a una corrida de frutos en El Morche. Ello le costará un 10% del valor de la venta. Es la comisión que debe abonar a la corrida por subastar sus productos.
Este agricultor se queja de que los compradores son siempre los mismos, que muchas veces se ponen de acuerdo para fijar los precios y de que las subastas son descendentes, a la baja. Reconoce que durante el mes de enero los calabacines mantuvieron un precio bastante bueno, con cortes que se movieron entre 1,60 y 1 euro el kilo. En cambio, esta semana han caído en picado. Los mejores se vendieron el pasado lunes a 0,47 euros el kilo, «cuando por debajo de un euro todo son perdidas», se lamenta. Ruiz asegura que prefiere no asistir a la subasta porque se pone malo.
Le dicen que el buen tiempo es lo que ha provocado que el precio haya bajado porque se espera más producción. Sin embargo, Antonio se queja de que lo que recibe como productor es nada comparado con el precio que el producto alcanza en las fruterías y supermercados. Los calabacines que ha vendido en un segundo corte a 0,45 euros el kilo los encuentra en los supermercados a 1,99, un 442% más.
La corrida no ha sido el único escalón que ha recorrido sus calabacines. El producto es comprado por un corredor, intermediario que se recorre las corridas de frutos para adquirir productos para diversos clientes.
Así va subiendo el precio
Manuel Rico es torroxeño y trabaja como corredor. Compra frutas y verduras para mayoristas en diversos mercas nacionales (Mercabarna, Mercamadrid, Mercamálaga, Mercasevilla...) y otros mercados centrales de Portugal. «Nos indican calidades, volúmenes que necesitan y precios», explica. Por su trabajo cobra dos céntimos por kilo. Este escalón representa aproximadamente un 5% del valor del producto, lo que sumado al 10% de la corrida ya representa una subida del 15% en su recorrido hacia la mesa.
Sin salir de la lonja, por los 300 kilos de calabacín que Antonio ha vendido en la subasta a 0,45 euros sólo recibirá 121,5 euros. Sin embargo, su precio ya se ha elevado a 0,51 euros el kilo.
Pero esto no es todo. En la comisión que Rico percibe por su labor de mediación no se incluyen los costes de los envases, palets, el trabajo de cargar en los camiones la mercancía, ni los del transporte hasta el mercado de mayoristas que corresponda. Son gastos que asume el mayorista, que es el siguiente escalón. El producto, incluidos todos estos gastos, llega al merca rozando ya los 60 céntimos el kilo. Por lo general, la comisión de los puestos de los mercados centrales asciende a un 12% como mínimo.
El puesto mayorista debe sumar ahora su margen, que se fija en función de la oferta y la demanda. Puede ser un 5% , un 10%, un 20% o más.
El viaje del calabacín que Antonio ha vendido en una subasta a la baja en Torrox no ha terminado. Todavía queda que el minorista adquiera el producto en el mercado central. Esto significa que hay que sumarle al precio del producto el margen del minorista antes de que el consumidor decida comprarlo.
En este escalón hay de todo. Minoristas que apuestan por vender más cantidad ganando menos, como es el caso fruterías 'low cost', o por el contrario establecimientos más selectos, que prefieren vender menos volumen pero a un precio mayor y primando la calidad. En el mejor de los casos, el calabacín que a Antonio le han pagado a apenas 40 céntimos, descontada la comisión de la corrida, se podrá encontrar en alguna frutería 'low cost' de barrio a 1,60, llegando a rozar los 2 euros el kilos (1.99) en un súper.
Formar parte de una cooperativa no siempre es una garantía para obtener una mayor rentabilidad. Muchas de ellas venden directamente a mayoristas, comercializadoras y cadenas de distribución y que siempre sus precios de venta son mejores que los de la corrida. «El problema es que hay muchas cooperativas pequeñas sin fuerza para negociar precios, mientras la distribución está cada vez más concentrada», señala Prudencio López, empresario dedicado a la comercialización de frutas tropicales.
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En un intento de lograr más valor, hay productores que llevan sus cultivos directamente al mayorista suprimiendo así el escalón de las corridas. Esto conlleva tener que transportar el producto hasta el merca y no todos disponen de los medios ni del tiempo para hacerlo. Hay quienes con suerte pactan un precio mínimo con su mayorista, aunque por lo general el género es recibido en consignación. Lo que perciba el productor es a resultas, dependerá el precio de venta. Por lo pronto, la comisión del puesto es del 12% más el margen del mayorista. La mayoría de los clientes de los mercas son detallistas y cada vez más, también, empresas de distribución que suministran al sector hostelero.
Andrés Rojas es el titular de Málaga Natural, en Mercamálaga. Asegura que como mayorista trata de buscar siempre el equilibrio entre el cliente y el proveedor. Para Rojas, los precios están en función de la oferta y la demanda. «Sin embargo, esto está cambiando. Las cadenas exigen muchas veces un precio por semana, por quincena e incluso por un mes, sin tener en cuenta las circunstancias del mercado, de ahí que muchas veces en las corridas las cotizaciones de los productos estén por los suelos y sin embargo en los estantes de los supermercados se sigan vendiendo a precios de reyes. Esto al final afecta a todos, inducidos los mayoristas», dice.
Benjamín Navarta produce fresas. Las cultiva en hidropónico en invernaderos en Algarrobo. «He tenido la suerte de poder pactar un precio mínimo con un mayorista, por lo que no las estoy llevando a la corrida, donde posiblemente no me darían más de tres euros el kilo por ellas. Las de Huelva se están pagando al agricultor a 2,75, mientras yo las estoy vendiendo entre 5 y 5,50 euros el kilo. Para mi venderlas por debajo de dos euros el kilos me costaría el dinero», explica.
Para el presidente de Asaja Málaga, Baldomero Bellido, detrás de la caída del 8,8% de la facturación agraria de Málaga en 2019 (733 millones) están los precios bajos de los productos. Además advierte de que si la situación persiste no se descarta que también este año la producción agraria de la provincia pueda caer otro 10%, unido a que la campaña del olivar tendrá menor producción.
La revuelta que vive el campo español ha llevado al Ministerio de Agricultura a reunirse con el sector, sin que de momento se hayan dado grandes avances, por lo que siguen las protestas.
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