Davidovich no sale en Indian Wells de su bache de juego

Parece claro que Alejandro Davidovich está en un bache de juego. Sus sensaciones en la pista no son buenas, a la par que la exigencia se eleva sobre él ante el nivel de excelencia alcanzado meses atrás hasta situarse en las puertas del 'top 20' mundial, ya consolidado como segunda mejor raqueta española.

Sin embargo, su tenis a día de hoy no es de ese nivel. Sufre ante tenistas de mucho más abajo y ayer entregó la cuchara a las primeras de cambio en el Masters 1.000 de Indian Wells (era la segunda ronda, porque estuvo exento de jugar la primera al ser vigésimo tercer cabeza de serie del cuadro), cuando defendía los brillantes cuartos de final de la temporada anterior. Por ello pierde la friolera de 170 puntos y caerá posiciones en el 'ranking'.

Se suele decir que la pista de Indian Wells, en el desierto californiano, es de las más lentas, dentro de ser de superficie dura, lo que puede favorecer el juego de Davidovich ante 'cañoneros', pero ante Fils nunca tuvo respuestas. El galo, al que había superado en los dos primeros enfrentamientos (en Roland Garros y en Wimbledon) ya le ha tomado la medida y le ha ganado en los dos siguientes, en sendos Masters 1.000, en Shanghái e Indian Wells, sin ceder un set.

Por no ceder, Fils no tuvo que afrontar siquiera un punto de 'break'. Solido, explosivo, rápido y potente, con un tren inferior muy musculado, su tenis puede recordar en cierto modo al de Davidovich cundo este muestra su mejor versión. Ambos no se concedieron tregua en el arranque del partido, sin apenas subidas a la red, con puntos cortos o intercambios desde el fondo poco angulados, pero al francés siempre se le veía más consistente y sirvió con un 90% de primeros ganados y un 71% de segundos, cifras descomunales ante un rival que nunca descifró sus saques.

Sin poder hacer daño al resto, la inconsistencia de Davidovich al cabo de un set siempre suele acabar aflorando, y le costó un 'break' decisivo en cada uno de ellos. Apenas hubo rastro de orgullo en un tenista al que se ve demasiado apático y autómata en los últimos partidos y que necesita un revulsivo pronto si no quiere perder su condición de privilegio actual (ventajas competitivas en los cuadros) y renunciar a seguir creciendo.

El Masters 1.000 de Miami le espera dentro de diez días en el cierre de la gira en rápidas y antes de tomar contacto con otra etapa distinta del calendario, con la tierra batida, pero no se sabe si esta será su tabla de salvación a tenor de su rendimiento en ella en 2023.