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López Gil, durante su etapa en el equipo iBanesto. SUR
José Antonio López Gil, el pescador que logró fugarse

José Antonio López Gil, el pescador que logró fugarse

Verano desde la grada ·

Se subió a la bici para vender el pescado que cogía en su hidropedal y acabó dando el salto a profesional. 'El Malagueta' sigue pedaleando para recordar aquellas escapadas que anotaba en una libreta

fernando morgado

Domingo, 28 de julio 2019, 00:21

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Ha perdido el cuaderno en el que apuntaba los kilómetros que acumulaba en sus fugas del pelotón, pero recuerda perfectamente que un año superó los 1.580. «Era una forma de sentirme realizado», confiesa. Lo que no ha perdido José Antonio López Gil (San Pedro de Alcántara, 1976) son las ganas de pedalear. Cada día se sube a la bicicleta enfundado en el mono del equipo Grupo Serman, con el que ha competido a nivel andaluz e incluso ha conseguido un campeonato de Andalucía en la categoría máster.

Tras su retirada en 2010, el ciclista malagueño fundó la empresa que ahora presta su nombre a su equipo, Grupo Serman. La compañía, con sede en Marbella y San Pedro de Alcántara, está especializada en la prestación de servicios y mantenimiento a comunidades de vecinos en la Costa del Sol. «Empecé de cero y ya somos más de 100 personas trabajando en la empresa», explica orgulloso.

No es para menos, pues López Gil, igual que en el ciclismo, ha conseguido abrirse camino en los negocios desde abajo. «Soy de una familia humilde que nunca pudo costearme nada. Siempre he sido un buscavidas. Sigo pasando a menudo por la playa de Puerto Banús en la que pescaba de pequeño. Cogía un hidropedal y cogía tanto pescado que lo vendía. Con 14 o 15 años ganaba hasta 30.000 pesetas. Estudiar nunca fue lo mío, así que siempre estaba pescando o echando una mano en el bar de la familia», recuerda López Gil, que ahora reside en la zona de Guadalmina.

Precisamente fue su afición a la pesca la que le llevó al ciclismo. «Mi padre tenía una Mobylette y yo solía quitarle la moto para ir a vender pescado. Pillaba unos rebotes... Así que me compré una bicicleta. Entre las horas que pasaba en el hidropedal y la bicicleta, me animé a salir con gente de Marbella y San Pedro. Al poco tiempo José Torres, del club ciclista de San Pedro, me llevó con Manuel Campos Lorca y ya tuve mi primera bicicleta de carrera. Entonces, en el equipo Campos Lorca, fue cuando me aficioné a la competición», asegura.

Obstáculos

A partir de entonces nada detendría al malagueño en su ascenso a la élite, a pesar de que encontró muchos obstáculos. El primero, el servicio militar, que hizo en Rota. «Allí no me dejaban entrenar. Fue un año perdido. Engordé mucho y no pude llevarme la bici hasta que no había pasado ya la mitad del servicio. A finales de 1995 pude competir en alguna carrera en Murcia y ya el siguiente me lo tomé más en serio. Gané algunas carreras y fiché por el Ávila Rojas».

«A veces salgo con Maté y me dice que podría haber seguido unos años más»

«Sigo el ciclismo por televisión, pero no veo a ningún corredor de mi estilo, ahora son todos iguales»

Cuando todo apuntaba a que daría el salto de amateur a profesional, el ciclista malagueño se encontró con un nuevo revés. «Tenía un contrato firmado con el Festina, pero a última hora se vieron obligados a fichar a un suizo en mi lugar. Eso fue un varapalo. En mis dos últimos años como amateur, en los que ganaba unas 30 carreras al año, me prometí a mí mismo que no levantaría nunca los brazos cuando cruzase la meta», lamenta.

Sin embargo, su gran oportunidad llegó cuando ya lo había dado todo casi por perdido. «Volví a trabajar en el bar de mi familia. Salía de vez en cuando en verano con el equipo iBanesto que dirigía Eusebio Unzué, porque yo conocía muy bien la zona. Me dieron la oportunidad y en septiembre me llamó José Miguel Echávarri. Imagínate lo que supuso para mí esa llamada».

El salto al ciclismo profesional fue duro para López Gil, conocido por ser un ciclista combativo que disfrutaba protagonizando escapadas del pelotón. «Al venir desde donde yo venía, quería comerme el mundo, y me decepcionó. Yo quería que alguien me enseñara, que me dirigiesen bien, pero esperan que ya llegues enseñado», explica. Tras dos años fichó por el Kaiku, y un año después, en 2007, por el Andalucía-Cajasur, donde se vio su mejor versión. Con el equipo andaluz participó en tres ediciones de la Vuelta a España (2007, 2008 y 2009).

Victoria

En 2008 llegó su única victoria, en la primera etapa de laVuelta a Andalucía. «Salía prácticamente de mi casa. Conocía el recorrido y me preparé a conciencia. Esa vuelta la tenía marcada. Al día siguiente la etapa salía desde Rincón de la Victoria y el equipo se quedaba a dormir en Estepona. Comenté que tardaríamos mucho en cruzar Málaga y así fue. Llegamos 20 minutos tarde a la salida y nos esperaron porque yo era el líder. Aun así, no tuve tiempo ni de ir al baño y me subí a la bici muy nervioso. Poca gente conoce esta historia», comenta.

En 2010 'El Malagueta', como le apodaban en el pelotón, decidió retirarse. «A veces salgo con Maté y me dice que podría haber seguido unos años más. Fueron varios factores, no solo el económico. Tuve ofertas del extranjero, pero ya no me divertía y vi la oportunidad fuera del ciclismo».

Ahora pasa los veranos entre Marbella y Tarifa, y de vez en cuando también en Mallorca, donde a veces coincide con Toni Colom. Conserva a buenos amigos de su etapa en el Kaiku, como Pablo Lastra, con los que suele quedar. Dedica su tiempo libre a su hijo y a la bicicleta. «Sigo el ciclismo por televisión, pero no veo a ningún corredor de mi estilo, ahora me parecen todos iguales», señala, aunque augura un gran futuro al malagueño Carmelo Urbano, campeón de España sub-23.

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