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Usain Bolt abraza a Justin Gatlin tras la final. Jewel Samad (Afp)
Gatlin manda callar a Bolt
Mundiales de Atletismo

Gatlin manda callar a Bolt

El estadounidense se impone en el último 100 del jamaicano, que se despide de la prueba con un decepcionante bronce

alberto pozas

Sábado, 5 de agosto 2017

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Todo estaba preparado para que Usain Bolt se despidiese de la afición con una nueva victoria en sus 100 metros lisos, pero un actor completamente inesperado se cruzó en su camino. Justin Gatlin, el eterno abucheado, progresó silenciosamente por una calle exterior remontando posiciones para entrar primero con 9.92 segundos, por delante del joven Christian Coleman (9.94) y Usain Bolt colgándose el bronce con 9.95 segundos. Con los silbidos de la grada impidiéndole olvidar que sólo una confesión le salvó hace diez años de ser suspendido de por vida por doparse, el estadounidense Justin Gatlin se dio el gustazo de aguarle la fiesta al mejor de la historia. Entró primero, mandó callar al estadio olímpico de Londres con una mano y después se arrodilló ante Usain Bolt mientras se echaba a llorar. A sus 35 años, y con dos positivos a sus espaldas, el campeón olímpico de Atenas volvió a colgarse un oro internacional más de diez años después.

Desafiante con la grada Gatlin mientras Usain Bolt, el supuestamente derrotado, se fundía en un abrazo multitudinario con su ejército de seguidores jamaicanos, se sacaba una cantidad imposible de selfies, aunque veía también cómo se esfumaba su sueño de despedirse de la alta competición como un hombre imbatido en la alta competición. No estuvo fino en los tacos de salida y, perdida la frescura de su juventud que le llevó a destrozar el récord mundial, fue incapaz de imponer su portentosa aceleración a la frecuencia de los estadounidenses.

El jamaicano todavía tiene el relevo 4x100 por delante, y a pesar de haber sido derrotado, empieza a cerrar una vitrina que custodia ocho oros olímpicos, once oros mundiales y tres récords del mundo en 100, 200 y el relevo corto. Se empieza a despedir sabiendo que sólo ha sido derrotado tres veces en la alta competición: cuando hizo una salida nula en Daegu, cuando descalificaron a su equipo de 4x100 en Pekín porque su compañero Nesta Carter dio positivo y este sábado ante un Justin Gatlin cuyo oro ha pasado desapercibido entre los abucheos y los aplausos.

Ayana lo vuelve a hacer

Lo hizo en Pekín, lo hizo en Río de Janeiro y lo volvió a hacer este sábado en el estadio olímpico de Londres. La etíope Almaz Ayana se proclamó campeona del mundo de 10.000 metros en su primera carrera del año, abusando de sus rivales y sacándoles casi un minuto de ventaja en meta. Un tiempo de 30:16.32 minutos que no refleja el espectáculo de la etíope. Después de unos primeros kilómetros a ritmo de trote mañanero, Ayana metió la misma marcha que le hizo destrozar el récord mundial el año pasado en Río y se marchó a por el oro, entrando en meta con tanta ventaja que era difícil saber quién luchaba por la plata y a quién le quedaban todavía varias vueltas. Una segunda mitad de la prueba en menos de catorce minutos y medio dejó sin argumentos a su histórica compatriota Tirunesh Dibaba, que con tres títulos de campeona olímpica en la mochila tenía que conformarse con la plata por delante de la keniata Tirop.

En el lanzamiento de disco, los favoritos se quedaron con un palmo de narices al ver cómo el lituano Andrius Gudzius se proclamaba campeón mundial con 69.21 metros y sin dejar ver ni la más mínima sonrisa mientras el sueco Stahl (69.19) y el estadounidense Finley (68.03) debutaban también en un pódium internacional. El olímpico de Londres entonó el «¡Uy!» cuando el estadounidense Lawson saltó 8.44 metros en su último intento de la longitud, pero el título de campeón viajó a Sudáfrica con los 8.48 metros de Luvo Mayonga, que tras salir del infierno de las drogas celebró su primer título de campeón mundial haciendo el ángel en la arena.

Las semifinales de 1.500 metros femeninos bordearon el desastre con la plusmarquista mundial entrando en la final por los pelos. La etíope Genzebe Dibaba se vio encerrada en los últimos metros de una semifinal muy lenta y desveló que es víctima fácil al sprint. En el polo opuesto, la británica Laura Muir y la campeona olímpica Kipyegon entraron muy cómodas y resolutivas junto con la siempre peligrosa Caster Semenya.

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