Un profesor de Religión, un montador de persianas... Así son los campeones de la Copa del Rey de fútbol-sala

Veinticuatro horas después de la gesta ni los propios protagonistas digieren aún la realidad de verse campeones de la Copa del Rey. Es necesario pellizcarse para confirmar que el BeSoccer UMA Antequera ha logrado su primer título siendo de Segunda. La buena nueva de un equipo amateur que apenas se disfrazó de profesional ni en sus tres temporadas en la élite (saldadas todas con descenso) y que no tiene visos de cambiar su modus operandi. Es una entidad con matriz de la Universidad de Málaga, poblada de estudiantes de sus diferentes licenciaturas, y con algunos profesionales de otros ramos.

Se da por hecho que nadie vive del fútbol-sala en el BeSoccer UMA, pero también que este deporte no da, salvo honrosas excepciones, para ahorrar para toda una vida, aunque en Primera la mayoría de clubes paguen bien a sus jugadores para que se puedan centrar en el balón. Y, sin embargo, el cuadro verde sorprendió a propios y extraños este fin de semana en Jaén. Había superado a tres rivales de Primera (Burela, Zaragoza y Ribera Navarra) antes de la Final Four, con eliminatorias a partido único en su cancha, pero en el Olivo Arena lo repitió en un contexto mucho más difícil. No sólo es que devorara a dos rivales más de la élite mejor clasificados (Industrias Santa Coloma y Valdepeñas) cuando se acaricia un título y se perdona poco, sino que además lo hizo con unos planteamientos tácticos excepcionales, sin demasiados agobios en lo defensivo, en dos duelos con un desarrollo similar. Las estadísticas de la final en cuanto a posesión (en torno a 60-40% para el Valdepeñas) y remates, con parámetros igualados, estaban lejos de lo previsible en una final tan desequilibrada a priori.

«Tete lo dijo claro en la charla táctica antes del partido, que no podíamos jugar la final como un equipo de Segunda, sino como un finalista de la Copa del Rey. Por encima de todo vi fe en la cancha», reconoció a este periódico el presidente del club, Eloy Cano, en su segunda campaña al frente de la entidad. Se considera sólo un heredero de la labor de Pedro Montiel y Moli, referentes respectivos en la gestión y en el banquillo durante décadas en el principal equipo de fútbol-sala de la provincia. «Con estas semillas, esto tenía que llegar algún día», añade, y corrobora que no va a cambiar la filosofía del club, que presume con justicia de la práctica del juego limpio en las canchas. «Vamos a ver de qué forma podemos trabajar desde la base y a ver si podemos quedarnos en Primera (afrontan desde el sábado en Alzira los 'play-off' de ascenso), pero el modelo nuestro no va a cambiar», argumenta, aunque no descarta que un éxito como el conseguido pudiera suponer un respaldo mayor de patrocinadores (hay un año más de acuerdo con BeSoccer) o la llegada de otro.

Porque el club se mueve en unos parámetros muy humildes en cuanto a presupuesto. Los viajes suponen una parte importante del mismo. Jugadores como Cobarro, Davilillo, Alvarito y Raúl Cantó trabajan como monitores en la Academia Red Blue de la Universidad de Málaga formando futuros jugadores y obteniendo también unos ingresos. Son mayoría los que estudian en la UMA, pero hay también profesionales como el portero coineño Cone, que es montador de persianas. En ocasiones llega a los entrenos vespertinos (suelen comenzar a las 17.30 horas y hay cuatro sesiones semanales) sin tiempo para comer.

El técnico, Tete es profesor de Religión en los CEIP Salvador Rueda y María Zambrano, y su ayudante, Crispi (ambos, exjugadores de élite muchos años), funcionario de Correos, por citar sólo otros casos. La dedicación no puede ser tan intensiva como en muchos clubes de Primera División, en la considerada mejor liga europea de fútbol-sala, en competencia directa con Rusia, que ofrece propuestas económicas muy atractivas sobre los jugadores más destacados.

En un escaparate destacado, el de una final de la Copa del Rey, Tete lució conocimientos de entrenador llamado a grandes cosas en este deporte, y los jugadores se revalorizaron en el mercado, como el internacional sub-21 Pablo Ramírez, el ala reconvertido a central Alvarito (con Quique Hernando y Raúl Cantó con sendas operaciones de ligamentos en la rodilla) o el goleador Cobarro. Seguirían el camino de los Chillo (ya internacional absoluto), Nano (el domingo en las filas rivales) y Nando Torres, que se forjaron como grandes jugadores en el cuadro malagueño y se fueron. Sin embargo, el club sabe que lo que les ofrece puede pesar más que el dinero de un mejor contrato (pero sin muchos más ceros): formación. No son pocos los jugadores agradecidos por las posibilidades que les ofrece la Universidad de Málaga de sentar bases para sus proyectos vitales. Hasta Tete, tras una larga carrera de jugador, pero sin estudios universitarios en su regreso, agradece la oportunidad que le dio la UMA durante su etapa final como futbolista.