Una velada con el maestro
Manuel Alcántara recibe el homenaje del mundo del boxeo con una noche de combates en Carranque
Enrique Miranda
Domingo, 22 de junio 2014, 00:53
Muchos de los jóvenes que ayer se subieron al improvisado ring instalado en el pabellón de Carranque, con sus brazos tatuados, sus músculos en tensión ... y algunas marcas en la cara, nunca han leído una crónica de Manuel Alcántara. Pero seguramente todos tienen referencias del trabajo del escritor y poeta, considerado uno de los mejores cronistas de boxeo de la historia. Sus artículos en Marca en los años 60 y 70 -en concreto, entre 1967 y 1978- contribuyeron a difundir este noble deporte e hicieron las delicias de los aficionados. Fue quizás la mejor época del boxeo español y los periódicos deportivos abrían sus portadas con los combates de Pedro Carrasco, Urtain o Legrá. Un legado que ahora, cuatro décadas después, sigue teniendo vigencia y todo el mundo del boxeo reconoce la labor del maestro Alcántara.
Durante aquellos años, el malagueño dictó decenas de crónicas casi al pie de la lona. Antes también había recibido más de un golpe encima del cuadrilátero. Pero ayer, Alcántara se acercó al boxeo como un espectador de lujo. En segunda fila y rodeado de amigos (Salvador Moreno Peralta, Antonio Soler, Agustín Rivera...). Minutos antes de los combates -siete en total, entre aficionados y profesionales-, el maestro entró a los vestuarios para saludar a los púgiles, que estaban deseando hacerse una foto con el veterano cronista. Y dio algunas lecciones sobre «el noble arte de pegar sin que te peguen». «La clave del boxeo está en una mandíbula resistente. Y en la pegada. No siempre el que es capaz de levantar un piano tiene pegada. Hay boxeadores que no tienen pegada pese a los músculos, es uno de los misterios de este deporte», aseguró un Alcántara muy emocionado por volver a estar cerca de un ring. «Daría un salto al ring, pero ya no puedo. Esto me quita años, pero me tendría que quitar muchos más. El boxeo es la última escuela de gladiadores que nos queda», dijo. Alcántara se mostró ilusionado porque en Málaga «vuelva a renacer este deporte».
Un deporte de masas
El articulista de SUR recordó cuando en la época de oro del boxeo en España, las plazas de toros colgaban el cartel de no hay billetes porque miles de personas acudían a ver los combates. «El boxeo puede tener mala prensa y sobre todo mal cine, pero es un deporte noble, de caballeros. Yo he tenido amistad con muchos boxeadores, una gente admirable», aseguró. «Es fundamental el apoyo de la televisión, que crea afición», afirmó. Alcántara reconoció que llevaba mucho tiempo sin vivir un combate de cerca, aunque solía seguirlos desde el sofá de su casa, por televisión: «Ahora ya tampoco los ponen».
Con un poco de retraso sobre la hora fijada y con un pabellón de Carranque que no se llenó (unas 300 personas), la velada arrancó con los combates entre aficionados. Conde Júnior y Segovia fueron los primeros púgiles que exhibieron sus golpes delante del maestro. No faltaron los gritos del público, las indicaciones de los técnicos y la chica del cartel. La noche fue larga y hubo tiempo para los profesionales y también para las mujeres: «Yo soy un tío muy antiguo y el único boxeo que no me gusta es el de mujeres. Aunque si hay una mujer que boxea bien, lo reconozco. Si no me aficiono esta noche...», confesó el homenajeado.
A mitad de la velada, los clubes Saga Heredia, Málaga Boxing Club y Distrito Oeste, organizadores del evento, quisieron reconocer la labor de Alcántara y le entregaron una placa y un trofeo. Pepe Heredia (Heredia III) y el veleño Bernardo Fernández Lozano, dos de los grandes referentes del deporte de los guantes en Málaga, fueron los encargados de entregar el trofeo a Alcántara. Una noche redonda para el maestro y para los aficionados.
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