Alcántara, lecciones en el ring

Alcántara estuvo en el gimnasio Saga Heredia, con Manolo (Heredia II) y Pepe (Heredia III), rodeado de imágenes de los mejores. El sentido abrazo con los anfitriones dio paso a un sinfín de reflexiones del maestro. Maravillado por las instalaciones, escuchó atentamente el montaje para las veladas. También se detuvo en el póster de Rocky Marciano. «No tenía estatura de peso pesado, pero es el único que se ha retirado imbatido». Y no tardó en interesarse por los jóvenes boxeadores. Departió con el superligero Javi Júnior o con el medio Marío Fernández, momento este en el que recordó la figura de un gran peso medio, Luis Folledo: «Yo tenía mucha relación con él. Tenía un directo largo, buena estatura...».

Pero, sobre todo, abundaron los recuerdos. «Manolo, soy Rufri, de los tiempos de Ángel», escucha Alcántara. Él lo abraza y, al instante, ambos comienzan a recordar, junto a Manolo Heredia, los tiempos históricos del boxeo malagueño: «Estaban aquellos dos boxeadores del Olimpia», arranca el irrepetible cronista. Y así surgen nombres y más nombres: Laure, Cisneros, Pacheco, Acosta, Ruizfer, Lozano... «Se llenaba la plaza de toros. Pero no solo los diez mil asientos, sino también las sillas del ring». En cuestión de minutos entra por la puerta uno de los aludidos: Lozano. Ambos se reconocen al instante. «Tú eres de Vélez-Málaga». El que fuera púgil hace medio siglo llega con un surtido de carteles antiguos, de 1956, de 1953...

"El boxeo no es un juego"

Pero no solo fue una tarde de recuerdos. «Este deporte hay que tomárselo muy en serio, cuidarse, entrenarse... Porque, si no, se reciben muchos golpes», reflexiona Manolo Heredia Heredia II. «Sí, porque el boxeo no es un juego. Uno puede decir que juega al golf o al fútbol, pero nunca dice que juega al boxeo», incide Alcántara. «Llevo 30 años quitando a chavales de la calle para que no fumen porros. Manolo, los entreno para inculcarles disciplina», subraya Pepe Heredia, Heredia III. Inevitablemente surge aquel inolvidable combate en el que este se proclamó campeón de Europa de los superligeros. «El problema que yo tenía era el peso», se lamenta el hoy preparador. «Sí, pero eras un fino estilista...», lo elogia Alcántara.

Fue una tarde entrañable para el ilustre cronista, aquel que con sus artículos enseñó más boxeo a los españoles que muchos preparadores. Hasta tuvo tiempo para aconsejar a dos noveles después de verlos intercambiar movimientos, amagos y algún golpe. «Todo el mundo se obsesiona con el golpe a la cara, y hay más golpes. Desde luego, es el más espectacular, pero otros son más eficaces». Cerca del cuadrilátero Alcántara también sienta cátedra.