Goleada incontestable del Marbella para estrenarse en casa

La iniciativa local prevalecía sin desmontar a un Marino bien ordenado. La consigna era clara, envíos en largo a la izquierda para que Nacho buscara constantemente la espalda del lateral. Granero y los centrales buscaban al ex del Numancia que junto a Redru hacían estragos logrando centros y saques de esquinas. Sin embargo el gol llegó por la derecha. Desde allí arrancó Tresaco. Cazó un balón en la frontal para deshacerse de la marca de tres defensas y batir por bajo con sobriedad ante David. El de Sabiñánigo demostró que, aunque saltó como extremo, tiene olfato de delantero para convertir el 1-0 con calidad. El cuadro de Aira parecía controlar el choque hasta que Busquets cometió un penalti tan claro como absurdo.

Desde el suelo enganchó a Cristo y Ahmed aprovechó el regalo para poner el 1-1. El tanto pesó al Marbella que llegaba mejor a balón parado. Cordero en dos ocasiones, Manel y Rafa Tresaco rondaron el gol, pero el Marino puso los nervios en la grada. Cristo con un disparo cruzado y Nadjib en la recta final bien pudieron anotar el segundo. Tras el descanso la película cambió. Volcado completamente en área rival, los blanquillos dejaban mucho espacio entre defensa y portería. Apunto estuvo Nadjib de marcar en una galopada desde el centro del campo que le dejó solo ante Santomé, sin aire para definir con eficacia. El choque se acabó en el 63. Edu Ramos empaló un derechazo sublime a 27 metros que cogió altura para incrustarse en la escuadra izquierda de David.

Éxtasis entre los 800 aficionados que se echaban las manos a la cabeza. El golpe moral para los tinerfeños fue definitivo porque el Marbella olió la sangre y se obsesionó con el marco rival. Granero, cuajó su mejor partido en el Marbella, jugó a sus anchas, derrochando calidad y repartiendo juego. Habilitó a Callejón solo en el área para que marcara su primer tanto con la camiseta blanquilla. Falta le hacía, cuestionado por su irregular rendimiento desde que firmó, se reivindicó nada más salir del banco. La emoción del primer tiempo se disipó para disfrute de la grada que se frotaba las manos.

A la salida de un córner el central Blanco batió por bajo y se sacudió la tensión de algún error puntual. Todos querían participar en la fiesta. Aira introdujo los cinco cambios para no perder intensidad. Granero pudo marcar en boca de gol, Añón con una falta directa, pero la goleada la cerró Manel tras recibir una asistencia medida del capitán. Bien Santomé en la portería y en el trabajo sucio y lucido un Redru brillante.