El boxeador marbellí Ayoub Ghadfa, histórico subcampeón olímpico

No tenía una tarea nada fácil el joven marbellí de 25 años este sábado. En la gran final olímpica, esperaba en la otra esquina del 'ring' el mayor referente del peso superpesado del boxeo amateur, ya incluso convertido en profesional estos últimos años. Hablamos del conocido como 'El Gran Uzbeko', Bakhodir Jalolov, cuatro veces campeón asiático, bicampeón mundial y oro olímpico en Tokio, toda una estrella en su país.

Salió muy valiente Ayoub, sabía que no tenía nada que perder, la plata ya estaba en su bolsillo. Arrancó muy igualado, ambos medían bien los tempos, no atacaban a lo loco como anteriores rivales del malagueño, analizaban a la perfección el momento perfecto para imprimir sus 'jabs'. Sin embargo, la destreza de Jalolov era palpable, se adelantaba a los movimientos del malagueño y llegó mejor en varias ocasiones. Todas las cartulinas fueron para él al cierre del asalto.

En el segundo volvió a intentar tomar el centro del cuadrilátero Ayoub, no quería sentirse menos, aún quedaba tiempo para la remontada. Y llegó mejor al rival, mejoró sensaciones, no se dejó avasallar, incluso, gracias a sus increíbles reflejos, evito varios golpes del rival. Sin embargo, y para sorpresa de muchos, Ayoub no se llevó el beneplácito de ninguno de los jueces, cuando fue el asalto más igualado.

Sólo quedaba vaciarse en el tercer 'round', ahora sí que no había nada más que perder. Quería marcharse con la cabeza alta, intentando algo que nadie ha conseguido hasta ahora en estos Juegos, llevarse un asalto ante Jalolov. Pero la fuerza del golpe del zurdo uzbeco era demasiado contundente. A pesar de que su ritmo de piernas era incluso inferior al del malagueño entonces, tenía perfectamente medido el combate y no gastó más fuerzas de las necesarias, mientras que Ayoub comenzaba a mostrar signos de cansancio. La decisión estaba tomada, Jalolov revalidó su oro olímpico merecidamente, por suerte o por desgracia, aún sigue estando un escalón por encima de sus competidores.

Aunque notablemente dolido por haber acariciado ese oro olímpico, se fundieron en un cálido abrazo al cierre del combate, seña del respeto entre ambos. Quizá la próxima vez que se midan, el resultado sea distinto. Por ahora, sólo queda afrontar esta derrota y celebrar el valor de esta plata olímpica, la tercera para la historia de Málaga en los Juegos Olímpicos.

El marbellí comenzó su concurso olímpico por todo lo alto, imponiéndose nada menos que al medallista de bronce en Tokio, el kazajo Kamshybek Kunkabayev. Sólo aquel primer gran paso ya hizo ver a todo el país que podría traer grandes alegrías a la delegación española. En cuartos, disputó su combate más 'sencillo', o el menos agitado, por así decirlo, se llevó el visto bueno de los jueces en los tres asaltos ante el armenio Davit Chaloyan y accedió por la puerta grande al podio olímpico, dado que el ser semifinalista ya implicaba colgarse, al menos, la medalla de bronce (en boxeo, como en otros deportes de combate olímpicos, se reparten dos).

No fue sencilla su semifinal, muchos nervios sobre el 'ring' y el público de todo el estadio Philippe Chatrier de Roland Garros en su contra, totalmente volcado con el rival, el francés Djamili-Dini Aboudou. Con dos asaltos a su favor, logró llevarse la victoria. Este sábado, por desgracia, el uzbeko Jalolov volvió a demostrar por qué le llaman el rey del peso superpesado.