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Sergio Ramos levanta el trofeo.

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Sergio Ramos levanta el trofeo. Eddie Keogh (Reuters)
Supercopa de Europa

El Real Madrid se adueña de Europa

Los goles de Casemiro e Isco hicieron justicia a la superioridad del cuadro de Zidane, que sufrió en la última media hora ante el asedio de las torres de Mourinho

Óscar Bellot

Madrid

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Martes, 8 de agosto 2017

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Se acabaron las probaturas. Tras una gira por Estados Unidos en la que el Real Madrid estuvo lejos de ofrecer su mejor versión, el vigente campeón de la Liga de Campeones afronta su primera prueba de fuego este martes en Skopje con la disputa de la Supercopa de Europa frente al Manchester United. Un partido que puede suponer la colocación de la primera piedra en el camino hacia el sextete y que viene con el morbo añadido de la presencia en el banquillo rival de José Mourinho, el técnico al que Florentino Pérez encomendó hace siete años la misión de acabar con la hegemonía del Barça de Guardiola y que se marchó de Chamartín con una Liga, una Copa y una Supercopa de España como magro balance en un club para el que la Champions marca siempre la línea divisoria entre el éxito y el fracaso. Sus partidarios argumentan que consiguió al menos reinsuflar el espíritu competitivo a un conjunto que lo había perdido y, no menos meritorio, poner en fuga al preparador de Santpedor, con el que el eterno enemigo vivió sus días de mayor brillo.

Como entonces, Mourinho asumió el año pasado la tarea de revitalizar a los 'red devils' tras el descalabro a que abocó a la escuadra más poderosa del mundo en términos económicos la retirada de Alex Ferguson. La conquista de la Europa League, al imponerse por 0-2 al Ajax en la final de Estocolmo, apenas una semana antes de que el Real Madrid levantase la 'duodécima' en Cardiff tras golear a la Juventus (1-4), salvó el crédito del portugués pese al pobre desempeño del United en la Premier y permitió el retorno de la Champions a Old Trafford. Al de Setúbal le toca ahora demostrar que su Manchester United está ya listo para volver a codearse con los grandes de Europa, y el Real Madrid es la perfecta piedra de toque para ello. «Este es un nuevo Manchester United, una nueva generación de futbolistas. La pasada temporada fue la Europa League, algo que fue muy importante para nosotros en el tema de experiencia, pero ahora estamos volviendo a la Champions League y a una Supercopa de la UEFA ante el mejor equipo de Europa, por lo que es una gran oportunidad», manifestó hace unos días en la web oficial de la UEFA, donde aclaró que nada tendrá que ver el encuentro en Skopje con el que midió a ambas escuadras hace dos semanas en California dentro de la International Champions Cup.

Fue precisamente ese torneo el que ha sembrado la duda sobre el estado del Real Madrid. Cuatro partidos sin ninguna victoria han inoculado cierto nerviosismo en la parroquia blanca. Una inquietud derivada de los desajustes defensivos y de la falta de mordiente del ataque blanco. Mientras Cristiano Ronaldo apuraba sus vacaciones, Bale y Benzema se mostraban incapaces de liderar al conjunto de Zidane. El galés, al que su nefasta campaña pasada y el interés del cuerpo técnico por Mbappé han puesto en la cuerda floja, volvió a evidenciar su falta de conexión con el resto del equipo. El francés, reforzado por el apoyo incondicional de técnico y directiva y sin competencia a la vista tras la marcha de Morata y Mariano, sigue siendo un misterio: tan pronto deslumbra con genialidades reservadas sólo a los más grandes como pasa desapercibido cual autista sobre el césped.

Asensio y Cristiano, revulsivos

Desaparecidos los capos, fue Marco Asensio el que dio un paso al frente y asumió la responsabilidad de capitanear las maniobras en el frente de ataque. Su gol ante el Barça en el clásico de Miami vino a confirmar que empieza el curso como un tiro. Exactamente igual que inició y acabó el anterior. Porque el balear marcó el año pasado en su estreno en las diferentes competiciones que afrontó el Real Madrid. Firmó el primer tanto de la temporada en Trondheim, en la Supercopa ante el Sevilla, y el último, en la final de la Champions en Cardiff. Zidane pretende darle esta campaña los galones que se ganó en la pasada y podría servir como revulsivo en la segunda parte al igual que Cristiano Ronaldo, tras decantarse el galo por Isco como titular.

Por lo demás, 'Zizou' dispondrá de un equipo muy similar al que fagocitó a la Juventus en la capital galesa, con la única variante de la entrada de Bale en el sitio de Cristiano Ronaldo. Todo lo contrario que Mourinho, quien introducirá varios cambios respecto al once que alineó frente al Ajax en Estocolmo para dar entrada a lustrosas incorporaciones veraniegas como el central sueco Lindelof, el mediocentro serbio Matic y el delantero belga Lukaku. Con ellos ambiciona hacerse con su primera Supercopa de Europa. El United, invicto en sus once últimos partidos europeos -el Real Madrid sólo ha perdido uno de los últimos 18-, levantó la única que alberga en sus vitrinas en 1991. Los blancos, que perdieron las dos primeras que disputaron, se llevaron las tres más recientes por las que pelearon. De repetir la victoria lograda el año pasado ante el Sevilla, se convertiría en el primer equipo que revalida el título de forma consecutiva desde que lo hiciera el Milan en 1989 y 1990. Zidane, por su parte, busca prolongar a cinco su idilio con las finales, tras salir victorioso en las cuatro que hasta la fecha ha encarado como técnico.

El Real Madrid comenzó la temporada como acabó la anterior: levantando un título. Tras las dudas alimentadas por el pobre balance de la gira por Estados Unidos, el conjunto de Zinedine Zidane superó al Manchester United y alzó su cuarta Supercopa de Europa en la calurosa noche de Skopje. Los goles de Casemiro en la primera parte e Isco en la segunda sirvieron al vigente campeón de la Champions para poner la primera piedra en lo que en la 'casa blanca' sueñan sea el camino hacia el sextete. Se hizo así justicia a la enorme superioridad futbolística de un cuadro que fue dueño y señor de dos terceras partes del choque pero que sufrió demasiado en la última media hora ante el juego directo de un United, que había acortado distancias por mediación de Lukaku, poblado de torres poco dotadas con el balón en el pie pero poderosísimas cuando el esférico sobrevuela el área.

El partido evidenció el abismo que media entre ambas escuadras. Un Real Madrid que alternó con solvencia el vértigo y la pausa, y un Manchester United que, consciente de su inferioridad, buscó sus opciones en los errores del rival y a base de bombear balones en busca de sus 'gigantes'. Una apuesta pobre por parte del conjunto más poderoso del planeta en términos económicos que pudo verse sin embargo inmerecidamente premiada de no haber negado Keylor Navas un gol a Rashford a diez minutos del final que parecía cantado. El tico salió victorioso de su cruce con el talentoso delantero y el Real Madrid prolongó su exitosa relación con las finales a nivel internacional. Desde el año 2000, cuando perdió la Intercontinental ante el Boca Juniors, ha ganado las últimas once que ha disputado: cuatro de la Champions, cuatro de la Supercopa de Europa, dos del Mundialito de Clubes y una de la Intercontinental. Zidane, por su parte, mantiene inmaculado su expediente: cinco de cinco desde que aterrizó en el banquillo blanco.

Salió el galo con diez de los once titulares de Cardiff, tomando Bale el lugar que correspondiera entonces a Cristiano Ronaldo. Una variante que, de atenerse Mourinho a sus palabras de la víspera, clausuraría el coqueteo del United con el '11' al evidenciarse, siempre según la tesis del de Setúbal, que el galés no está en venta. El extremo fue uno de los más destacados sobre el césped, con una asistencia en el gol de Isco y un balón al larguero. Era la decimocuarta suplencia del '7' en los 397 encuentros en los que se ha vestido de corto con el Real Madrid y la primera desde que Zidane ocupa el banquillo. El francés le dio entrada en la recta final para amenazar al United.

Tiró de jerarquía el Real Madrid en los primeros minutos ante un equipo que se parapetaba con tres centrales y dos laterales para intentar contener las embestidas de su adversario. Estuvo pese a ello a punto de pagar caro un desajuste de la zaga cuando Marcelo colgó un balón que alcanzó la bota de Bale, cuyo remate de primeras se fue a la derecha de De Gea. De grietas en la retaguardia ha andado sobrado el Madrid este verano, y por ahí trató de buscarle las cosquillas Mkhitaryan con su velocidad y su habilidad para jugar entre líneas. Era un partido de ida y vuelta, con ocasiones encadenadas. Gozó de una extraordinaria Casemiro al rematar de cabeza un centro que se estrelló contra el larguero.

Despojados del balón, los 'red devils' se abonaban a la contra. No despreciaba el Madrid esa opción pero, a diferencia de su adversario, el cuadro de Zidane es capaz de alternar el vértigo con la pausa. Sustentado por la infatigable labor de Casemiro en el corte y la clarividencia de Isco para llevar el balón hasta el vértice del área, fue encajonando paulatinamente a los 'diablos rojos' y acabó hallando el hueco tras un rechace a pase de Isco que recogió Carvajal para poner un pase al espacio por el que entraba Casemiro en posición adelantada. El brasileño, custodio del mediocampo, se ha aficionado a marcar en las finales. Lo hizo en Cardiff, gracias a un rebote afortunado, y volvió a lograrlo en Skopje con un disparo cruzado al primer toque que hubiese firmado el mismísimo Cristiano Ronaldo.

Aprovechó Mourinho el intermedio para quitar a un Lingard que había naufragado en su misión por la banda izquierda y que había coronado su desquiciamiento con una amarilla, dando entrada en su lugar a Rashford. Una sustitución que no cambió el guión del Real Madrid, que oliendo sangre se propuso dar la dentellada definitiva. Exigió Kroos a De Gea con un zurriagazo desde fuera del área que salvó el internacional español con una fantástica estirada. Nada pudo hacer, sin embargo, ante la solvencia con que Isco culminó una pared con Bale cruzando el esférico al palo largo.

Dos goles abajo, e incapaz de amenazar el marco de Keylor Navas a excepción de un remate de Pogba que rechazó el costarricense con posterior lanzamiento desviado de Lukaku, al United se le ponía casi imposible el título. Replicó Mourinho retirando a Ander Herrera, el único capaz de aportar luz a la creación de juego, para introducir a Fellaini. Renunciaba el luso al fútbol como vía hacia el arco rival para encomendarse a los balones largos en busca de sus torres. Una maniobra que le dio el rédito del gol de Lukaku que, ahí sí, supo penalizar el despeje al centro del tico a tiro de Matic. Abrió así espacio para el asedio, con el despeje de Navas a tiro de Rashford como fogonazo más destacado. Resistió sin embargo el Madrid, que levantó otro título.

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