Los nombres propios de una tormenta en la federación que nunca cesa

Andreu Camps, secretario general y hombre fuerte del 'rubialismo', fue el primero en seguir el camino de su jefe en un despido que, ironías del destino, ha acabado por sentenciar también a Pedro Rocha por una cuestión formal. Figura central de la etapa anterior, la salida de Camps fue una de las condiciones que las jugadoras de la selección femenina impusieron el 20 de septiembre de 2023 al entonces presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD), Víctor Francos, para jugar con España.

Dos días después, el 22 de septiembre, la federación también prescindió de los servicios del director de Integridad y vicesecretario general, Miguel Ángel García Caba, y con una semana de lapso, el 29 de septiembre, se oficializó la salida del hasta entonces director de Comunicación de la FEF, Pablo García Cuervo. El asturiano fue despedido después de ser citado por la Audiencia Nacional para declarar en calidad de testigo por el 'caso Rubiales'.

Estas primeras salidas tras el vendaval del beso no consentido del expresidente a Jenni Hermoso y el retorno a la competición de la selección femenina parecieron ofrecer una tregua temporal, pero la aparente tranquilidad en la gestión de Rocha saltó por los aires justo cuando se disponía a convocar elecciones y presentar su candidatura.

El 20 de marzo de este año agentes de la UCO registraron la Ciudad del Fútbol de Las Rozas en el marco de la investigación abierta por irregularidades en varios contratos firmados durante la era Rubiales, algo que salpicaba de lleno los despachos de un ente regido por su delfín.

Así las cosas, el siguiente en caer fue Tomás González Cueto, el asesor jurídico de la FEF. El 21 de marzo Rocha canceló la relación con GC, su despacho de abogados, en una decisión por la que el TAD le ha impuesto una sanción económica de más de 16.000 euros al entender que el extremeño no estaba facultado para tomar esa medida dada su condición de interino. Seis días después, el 27 marzo, Rubén Rivera, director de Marketing, fue suspendido tras la solicitud de la Fiscalía a la Audiencia Nacional de un año y seis meses de prisión por coacciones a Jenni Hermoso.

Un par de meses después, el 15 de mayo, llegó la purga masiva. Salieron de la FEF el director deportivo de la selección española, Albert Luque, tocado por el 'caso Rubiales'; Pedro González Segura, director del Área Jurídica; José Javier Jiménez, responsable de Recursos Humanos; y un día después Antonio Gómez-Reino, director de Relaciones Institucionales.

Rocha, bajo la lupa del Gobierno desde que el 12 de abril fuese imputado por presunta corrupción en la gestión de la federación en el 'caso Brody', que también investiga a Rubiales, pretendía lavar la cara de la FEF para evitar una inhabilitación que el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) ya estudiaba detenidamente. Los plazos evitaron que fuera apartado del organismo federativo antes de la Eurocopa, pero su mandato interino ya estaba condenado. Apenas dos días después de mostrar el trofeo conquistado en Berlín y estrechar las manos de Felipe VI y Pedro Sánchez, fue inhabilitado durante dos años en el último episodio de la tormenta en la federación que descarga su furia sobre Las Rozas desde hace casi un año.

María Ángeles Chaves, 'Yaye', número dos del mandato provisional de Rocha, asumirá ahora las riendas de una FEF prácticamente desnortada si no prospera la solicitud de medidas cautelares por parte de Rocha. Pretende así paralizar su inhabilitación hasta las elecciones, que deben convocarse el próximo 10 de septiembre. Esos comicios a la asamblea, la presidencia y la comisión delegada para el periodo 2024-2028 tienen la llave de la renovación total en la federación, que debe acabar al fin con la convulsión instalada en el organismo rector del fútbol español.