Nigeria logra el bronce en la Copa de África

Después del gol en contra que le costó la derrota en semifinales ante Senegal, la selección de Túnez saltó al campo con espíritu defensivo y pocas ganas de tener el balón, buscando jugar de forma pragmática pero tan rácana en el planteamiento que acabó pasándole factura.

El balón apenas había empezado a rodar por el césped y los tunecinos volvieron a protagonizar una cantada defensiva antológica, un error que, al igual que la falta de gol, les ha ido persiguiendo a lo largo del campeonato.

El lateral Collins puso un balón inofensivo en el área pequeña, pero el meta tunecino Ben Cherifia falló al atraparlo. El central Yassine Meriah, en su intento de despejarlo, lo contra el cuerpo de su portero e Ighalo aprovechó el lío para meter la puntera y firmar el 1-0 (m.3).

El cuadro tunecino, resignado, no pudo hacer más que echarse las manos a la cabeza por haberse tropezado otra vez con la misma piedra y se vino abajo.

Los nervios invadieron a las «águilas de Cartago» y los nigerianos, un equipo acostumbrado a salir al contragolpe, dominaron el partido durante los siguientes minutos a su antojo.

Nigeria adelantó sus líneas, pero las «Superáguilas» tampoco estuvieron muy finas y fallaron ocasiones claras de Ighalo, que fue incapaz de convertir en gol las internadas de los laterales Aina y Collins en el área rival.

Túnez intentó buscar la contra despejando balones y en uno de esos tiros el centrocampista Sassi consiguió plantarse en la frontal del área nigeriana y cruzar un disparo pegado al poste derecho que, como mínimo, consiguió cambiar la actitud de los tunecinos.

Pero de la misma manera que en el resto de partidos, los tunecinos se quedaban sin ideas cada vez que llegaban al área rival y el resultado fue que no hicieron un solo tiro a puerta en una primera mitad para el olvido.

En una segunda parte para que el fútbol africano perdiera seguidores, las acciones más destacadas se resumieron en el primer y único disparo entre los tres palos de Túnez, 'hazaña' firmada por Anice Badri, y un misil desde la frontal del nigeriano Moses Simon en el minuto 90 que tuvo que sacar el meta. El caos organizativo de las filas de ambos equipos, los agarrones y los piscinazos marcaron un segundo tiempo en el que lo único que brilló fue la luna llena que se posó sobre el estadio Al Salam de la capital egipcia.