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Julen Lopetegui. Efe
La realidad supera a la ficción

La realidad supera a la ficción

Lo que ha estallado y se ha roto ha sido el más básico de los valores: el compromiso

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Miércoles, 13 de junio 2018

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Son más o menos las cinco de la tarde, me encuentro en París y voy a jugar un partido de leyendas con la selección FIFA'98 contra Francia'98. Junto a mí está Zinedine Zidane y aunque nadie se acerca a otra cosa que los saludos amistosos y las preguntas habituales… surge el nombre de Julen Lopetegui.

Enorme sorpresa. Lopetegui, ya exseleccionador nacional, es el elegido como sustituto de Zidane en el banquillo del Real Madrid. Caras de asombro, pero nada que no hayamos vivido antes. El fútbol es una sorpresa tras otra, aunque esta ha sido de las grandes. Un partido de exhibición, una cena entre amigos y mucho fútbol en los comentarios, sobre todo aquellos que se refieren a los posibles ganadores, a las noticias del día -estamos en Francia y Griezmann acaba de decir que no dirá nada, Mbappé podría estar lesionado y, claro, ¿cómo ves a Julen en el Madrid?-.

A mediodía los rumores son intensos y España prescinde de su seleccionador a dos días del partido inaugural. Y mientras prescinde de Lopetegui no ofrece sustituto y momentos después, mediante una red social, sabemos que el seleccionador será Fernando Hierro, cuyas funciones como director de la selección son ampliadas al banquillo y a la dirección técnica del equipo. Ha sido todo muy rápido, tan rápido que casi no hay tiempo de asimilar la noticia anterior cuando llega la nueva. Trato de pensar como futbolista, no encuentro otra forma de hacerlo. Lo que estamos viendo solo tiene sentido en un contexto de fútbol. Trato de ponerme la camiseta que mañana a las 20 horas frente a Portugal se pondrán 23 españoles tan sorprendidos como yo.

Los códigos del fútbol y más en concreto los de los futbolistas tienen mucho de patrones de comportamiento y de una enorme capacidad de aislamiento, de eso no hay duda. Pero dentro de lo que podríamos llamar patrones de comportamiento antes y durante el partido, el entrenador es parte de los mismos y no hay tiempo de asimilar esta nueva situación. Los silbidos desde la banda son un lenguaje entendido por los jugadores lo mismo que las consignas o los mecanismos de automatización.

La capacidad de aislamiento de los jugadores suele ser enorme, pero si bien es una característica personal se trabaja de forma colectiva y quién sabe si puede saltar en pedazos por los acontecimientos de las últimas horas. Lo que ha estallado y se ha roto de forma explosiva ha sido el más básico de los valores: el compromiso. Jugamos como un equipo, somos un equipo y nos comprometemos como un equipo, y quien puso este compromiso como base de nuestra participación lo ha roto. El desenlace del partido contra Portugal, sea cual sea, nos permitirá ver los resultados de estas horas frenéticas en las que la realidad ha superado la ficción, en la que nadie ha puesto un poco de calma y donde el sentido común una vez más ha sido el menos común de los sentidos.

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