Dos genios y la estrategia

Luis Enrique dijo en la previa que no se puede enamorar en los 38 partidos del campeonato. Nadie se lo discute, pero su equipo ha entrado en una fase en la que le cuesta crear un concepto colectivo en el ataque. Resuelve los partidos a base de estrategia, como ante el Madrid y el Celta, o porque tiene al mejor futbolista del siglo XXI y a uno de los mejores 9 del mundo. De sus botas salió lo mejor del partido, dos dentelladas de dos panteras del área, y a sus pies tiene que encomendarse Luis Enrique si quiere acabar con éxitos una temporada, en la que está vivo en todos los frentes, pero que no logra acallar las dudas académicas que existen en torno al juego de su equipo. El asunto le molesta al técnico asturiano, pero sabe que el debate le perseguirá hasta final de curso.

El Barça, en cualquier caso, trató de ofrecer, al menos de principio, una imagen más convincente que la de fechas anteriores. Salió en tromba y encerró a su rival en su campo, con una presión asfixiante, que el Almería no podía atajar ni a balonazos. En cinco minutos, el cuadro catalán botó tres saques de esquina, más en que en todo el partido de Vigo. El equipo andaluz, ahogado, apenas salía de su área. Sin embargo, a los blaugranas les fallaba el último pase. Las llegadas eran continuas, aunque la definición culé adolecía de acierto.

La primera gran ocasión, de hecho, fue para los rojiblancos. Thievy, que se destapó como canterano del Espanyol anotando un hat-trick al Barça en una Copa Cataluña, ganó la línea fondo y Wellington cruzó demasiado. Corría el cuarto de hora y a partir del aviso andaluz la presión azulgrana empezó a remitir. El Barça salió como una botella de gaseosa, pero poco a poco fue perdiendo las burbujas. Hasta la media hora, que Messi agitó de nuevo la botella y se sacó un chispazo de zurda al palo largo, desde el pico de área, que acabó en la red. Golazo de bandera para el argentino, que llevaba cuatro partidos en barbecho y que desde su periplo con la selección argentina no ha vuelto ni la mitad de fino de como se marchó.

Un Barça, que dio descanso a Mathieu, Piqué, Neymar e Iniesta, al fin lograba penetrar en la tupida red que Sergi Barjuán, debutante en primera, tejió en el Camp Nou, donde se presentó en sociedad en la máxima categoría con un 4-2-3-1, que llegó poco a la meta de Bravo, pero que transmitió orden y rigor táctico. El exlateral azulgrana no tiene una pepeleta sencilla para conseguir que el Almería evite el descenso, aunque a Barcelona viajaba con bajas y sin apenas haber podido entrenar con sus hombres.

Tras el descanso, el Almería intentó avanzar sus líneas, pero a las primeras de cambio se encontró con un nuevo golazo, en este caso de Suárez, desde una posición similar que el de Messi, llegando desde el lado derecho del ataque y culminando con la izquierda al palo largo. El 2-0, con 35 minutos por delante, dio por resuelto el partido. Así se lo tomó Luis Enrique que a partir de ahí se dedicó a dar descanso a los suyos y empezar a pensar en las dos etapas de alta montaña del sábado y el miércoles. Primero la de Sevilla, donde el barcelonismo cree que si gana tendrá media liga en el bolsillo, ya que solo le quedarán dos salidas difíciles: Calderón y Cornellà.

El equipo catalán aún tuvo tiempo de rematar (Bartra) a la red un saque de esquina (tercer partido consecutivo en el que le funciona la estrategia y el 14º tanto de pizarra del año) y de culminar una contra (Suárez). Zongo cazó una chilena espectacular en el 90 y el tanto no subió al marcador por fuera de juego, que no era, lo que fue de juzgado de guardia, porque el golazo era de época.