El Barça reina en la locura de Da Luz

Y eso que los culés vivieron de primera mano cómo hay estadios en Europa que son capaces, por sí solos, de marcar el primer gol. Da Luz es uno de ellos. El feudo del Benfica vistió sus mejores galas y generó una atmósfera que convirtió un partido de fútbol en un manicomio. Y es que Bruno Lage y Flick se contagiaron de ese espíritu y llevaron a los suyos a un correcalles, un escenario en el que todo podía pasar. Lo demostró Álvaro Carreras, que ganó línea de fondo y sirvió a Pavlidis el tanto que iniciaba una pesadilla.

Y es que el Barça fue durante la primera mitad un manojo de nervios. De poco sirvió que Flick repitiera equipo o que Lewandowski empatara tras un penalti sobre Balde. Los culés no tuvieron el control y se contagiaron de la histeria de un Benfica desatado. Cada balón al espacio era un dolor de cabeza y lo pagaron Szczesny y Balde con una falta de entendimiento que aprovechó Pavlidis para hacer el segundo y darle un chute más de energía a Da Luz, que buscaba empequeñecer a su rival. Y vaya si lo logró. Durante muchos minutos quedó anulado Pedri y desaparecieron Raphinha y Lamine Yamal, las dos amenazas por fuera. Maniatado, el Barça perdió su ser y recibió el tercero tras un penalti de Szczesny, muy errático, que transformó Pavlidis para completar su 'hat-trick' y mandar al Barça al vestuario con rostros largos.

Tras la reanudación, el Barça dio un paso al frente y el partido quedó en un escenario peligroso. Pedri y Casadó tenían la pelota y Raphinha y Lamine Yamal encontraban la posibilidad de tener uno contra uno frente a su par, pero el encuentro, no obstante, era un todo o nada. El Benfica esperaba agazapado la oportunidad de sorprender a un Barça lento en el repliegue y que jugaba en una cornisa de la que se podía caer. Así llegaron dos avisos de Pavlidis y Aursnes, que pudieron dar la puntilla en dos ocasiones claras en las que no estuvieron finos.

El Benfica perdonó y dejó que el partido llegara a la recta final con todo en el aire. Esa sensación se incrementó después de que Trubin y Araujo regalaran sendos goles con dos errores individuales. El 4-2 era, en ese ida y vuelta, una invitación a creer y el Barça creyó. Flick dio entrada a Fermín y Frenkie de Jong y puso cerco a un Benfica que cedió metros y que cavó su propia tumba. Lewandowski, de penalti, Eric García, de cabeza, y Raphinha, a la carrera, sellaron el 4-5 definitivo y dejaron a los azulgranas a un paso de los octavos de final.