De cómo te puedes ir a casa por falta de concentración

Simón y Rebič se convirtieron en los protagonistas de la primera parte. Una cesión de Pedri desde unos cuarenta metros dejó claro que el portero, en un exceso de confianza y en un estado de total desconcentración, estaba lejos, muy lejos del Parken. Un resbalón de Rebič, mas pendiente de cambiarse las botas, terminó en el gol de Sarabia y en una monumental bronca de Modrič.

España se fue al descanso con ganas de demostrar muchas cosas. De Gea fue el compañero esperado con Unai, y La Roja, cuando llego el momento de jugar, exhibió a un Sarabia con mucho fútbol en sus botas, y sacó a relucir la experiencia de Azpilicueta, que por algo es el capitán del ganador de la ultima Champions y toda una leyenda en Inglaterra.

El partido, que parecía muy condicionado por el nerviosismo, acabó yendo a una aparente tranquilidad, la que le otorgaba un par de notables paradas y la picaresca de Ferrán para poner distancia en el marcador. Pero Croacia volvió a llevar el nerviosismo con dos goles cuando alguno ya se veía en San Petersburgo. Quedó demostrado que cuando Modrič ni dirige ni entra en juego, Croacia sufre y es otro equipo, pero aún así seguía esperando su oportunidad, dejando claro que su competitividad es un plus. Y llegaron los goles croatas y la tragedia parecía abrazarse a una España que llegó entregada a la prórroga. Pero volvió otro equipo alentado con una magistral parada de Unai y los goles de Morata y Oyarzabal que llevaron a España a cuartos. Dos partidos, diez goles y una enorme capacidad de sufrimiento, mucho por analizar y mucho trabajo por delante, porque en esta Euro un mínimo error te manda a casa.