Un gol de un señor cualquiera

Qué sencillo y qué complejo. Sencillo porque un jugador español ha metido un gol con España. Complejo porque nos empeñamos en convertir en política el deporte, en volver a los deportistas herramientas al servicio de los intereses de cada uno. No sé en qué país se jubilará Piqué, pero sí sé que en cada partido que ha disputado con 'La Roja' ha defendido los colores con el mismo tesón y el mismo orgullo que pone en otras áreas fuera del ámbito deportivo. Y por eso me alegro de que un jugador tan excepcional como él esté a bordo, porque las fronteras y las banderas no son mas que rayas imaginarias. Cuando el balón comienza a rodar, nadie pide afiliaciones ni carnés, sólo entrega, sudor y deporte. Silbar a alguien por cómo piensa cuando está pateando la banda es tan injusto como afearle su condición sexual, su raza o su peinado.

Tan pronto el gol subió al marcador, las redes se llenaron de comentarios de división, a favor o en contra de lo que es 'españolismo'. Hay que ser imbécil, con perdón, para ensuciar la belleza del deporte más bonito del mundo con comentarios que nada tienen que ver con belleza. Un balón colgado no miente, un cabezazo no vota, un gol por la escuadra no tiene bandera. Pero la mejor lección nos la dio Piqué cuando alzó a su hijo al final del partido, ataviado con la camiseta de España. Una lección de humildad, de profesionalidad y de deportividad impartida por un señor cualquiera.