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Valverde saluda al público tras cruzar la meta de Il Lombardía y poner fin a su carrera. M. BERTORELLO / AFP)
Alejandro Valverde, el sexto más feliz del mundo
Giro de Lombardía

Alejandro Valverde, el sexto más feliz del mundo

Pogacar se impone en el cara a cara a un magnífico Enric Mas en el Giro de Lombardía, donde el murciano se despide del ciclismo

josé carlos carabias

Sábado, 8 de octubre 2022, 17:31

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Habla el murciano Alejandro Valverde con voz entrecortada y suave junto al lago Como, mientras las imágenes de televisión muestran cuatro banderas españolas entre los seis primeros clasificados del Giro de Lombardía, quinto y último Monumento de la temporada. «Estoy muy contento, siento alegría después de haber hecho 21 años en el ciclismo, de haber disfrutado mucho, pero hay que dejar el paso a los jóvenes», cuenta el de Las Lumbreras y en su mensaje se trasluce cierto fastidio porque dice adiós en un momento extraordinario de forma, a sus 42 años y tras dos décadas de increíble trayectoria (133 triunfos). «Lo dejo en mi mejor nivel, estando con los mejores», dice.

En la clásica de las hojas muertas, delicioso recorrido por puertos y lagos del norte de Italia, quinto Monumento del curso que cierra un 2022 espectacular de ciclismo, cuatro españoles ingresan entre los seis mejores. Enric Mas, segundo, Mikel Landa, tercero, Carlos Rodríguez, quinto y el homenajeado, Valverde, sexto. A todos venció el número uno del ciclismo, Tadej Pogacar, incontenible con la victoria a la vista en un mano a mano con Enric Mas tan emocionante como previsible en el desenlace.

Valverde repasa su vida en las imágenes que le entrega el ciclismo, los aficionados, las pancartas que saludan su retirada junto a las que proclaman la admiración de Vincenzo Nibali, el 'Tiburón' italiano, que también dice adiós desde un escalón muy diferente al del murciano, lejos de las plazas de honor.

A Valverde lo acompañan su mujer Natalia y sus cinco hijos, Alejandro e Iván, nacidos de su primer matrimonio, y Pablo, Natalia y Alessandra, con su segunda esposa. Lo miman las redes sociales, que se vuelcan con el ciclista retratado por sus semejantes como humilde y agradecido, persona sin rencor que pasa página sobre los pasajes negros de su vida y sonríe al cielo por haber disfrutado de un deporte maravilloso.

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Lo ensalzan en un pasillo sus compañeros, que no tienen una mala palabra para él, sino reconocimiento y altura de miras para el hijo del camionero que siempre suspendía en el colegio, pero cuya nobleza y disposición para el trabajo en grupo quedan fuera de toda duda. Juan y María, sus padres, siguen la última carrera del Bala desde su casa de Las Lumbreras, situada en la parte alta de esos 200 metros de pendiente de la calle Dámaso Alonso en los que el pequeño Alejandro aprendió a montar en bici. El asfalto por el que pedaleaba es hoy una zona adoquinada. «Solo tenía seis años y subía con su bici la cuesta casi más rápido que la bajaba y no se hartaba», ha contado su padre en alguna ocasión.

Volvemos a Lombardía, a la última carrera de Valverde, que quiere estar concentrado. Necesita la competición para sentirse vivo, le gusta su profesión, no conoce otro mundo que el entrenamiento diario al calor de su tierra murciana, en el ambiente que genera su 'grupetta' cada día, en la parada con café de rigor en el bar de siempre para soltar la sonrisa, y en los datos que entrega el pulsómetro a su preparador para cotejar que su cuerpo nació para ser ciclista.

Quiere ganar Il Lombardía porque nadie ha dicho lo contrario respecto a la relación entre su edad, 42 años cumplidos en abril, y su condición física, superlativa en este final de temporada en el que su equipo, el Movistar, se muestra irreconocible.

Solo un español, Purito Rodríguez, ha ganado el antes denominado Giro de Lombardía. Fue en 2012 y 2013. Valverde busca una despedida a la altura de Alberto Contador, quien se marchó del ciclismo con una rutilante victoria en la cima del Angliru, la montaña asesina de Asturias, en su última Vuelta a España. Valverde cree, así lo decretan sus últimas actuaciones en las clásicas italianas.

Y tanto como él, cree su equipo, que trabaja a dos bandas en una sinfonía estimulante. Si no es Valverde, será Enric Mas, efervescente y lúdico, suelto como un lazo al viento, feliz en la bicicleta. El Movistar abandona su habitual espíritu conservador y se lanza a dominar la carrera, a sujetar el caballo de las escapadas, a estar presente y a mirar de cara al triunfo.

Alejandro Valverde sueña con su plan idílico al pasar por el santuario de la Madonna del Ghisallo, punto de peregrinación de los ciclistas de medio mundo con su museo dedicado a las leyendas y su mística ubicación en la cima de la montaña que suele acoger la meta de Il Lombardía. Ya no está Nibali, desplazado por la edad y la baja forma.

Pelea hasta el final

Mandan el Jumbo y el UAE, pareja de moda desde que el Tour emparejó a Vingegaard con Pogacar. Los discípulos de Matxín circulan como una locomotora, Almeida, Hirschi, Majka, son potenciales aspirantes a ganar la carrera y dejan su sudor para Pogacar.

El esloveno no es de frenar, sino de acelerar, y en el muro del Civiglio (cuatro kilómetros tremendos al 10 por ciento) se apresta a poner la guinda en el pastel. En el ramalazo del doble ganador del Tour se separa la carrera: todos para atrás, incluido Valverde, salvo dos españoles, Enric Mas y Mikel Landa. Confirmación de la exuberante forma y confianza del mallorquín en este tramo del año, y sorpresa total del vitoriano, un verso suelto en el ciclismo y la vida.

Pogacar estira el cuello, pero nunca deja a Enric Mas, piernas de hierro, fe después de su ánimo perdido en el Tour, otro talante. Replica Mas con un buen contraataque y al esloveno le cuesta cerrar la ventaja. Landa hace la goma, arriba y abajo según los acelerones.

En los descensos que a Enric Mas le trituraban la moral se juega la carrera. El miedo a las caídas, las malas trazadas y el horizonte de un cuerpo magullado son ahora relevos firmes al esloveno, que no quiere la compañía de Landa y sigue apretando en la subida al San Fermo.

Enric Mas no se cae y sustituye en el propósito festivo a Alejandro Valverde. Un Movistar a la caza de Lombardía. La pareja se presenta en meta en un cara a cara, que discute con saña el mallorquín. Tira el esprint buscando la sorpresa, pero Pogacar es una bola de músculos en movimiento. Reacciona con solvencia, se exprime y gana la carrera.

Llega Landa tercero y solo, magnífico el vasco. Más atrás Higuita y Carlos Rodríguez, quinto el granadino. Se adelantaron al pelotón de notables, donde Valverde esprinta para imponerse al grupo y decir adiós con la mano izquierda a su mundo. Su vida.

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