William Kentridge celebra la vida con un cortejo fúnebre de 40 metros de largo en el Museo Picasso Málaga
El artista sudafricano desafía a la muerte a través de la danza en una «grandiosa» instalación sobre ocho pantallas gigantes que combina vídeo, dibujo y música
Desde fuera de la sala se escuchan las trompetas del cortejo. Actúan como una llamada, una invitación a entrar en ese lugar cruzando un pequeño ... pasillo oscuro, para ir acostumbrando la mirada a lo que viene. Y entonces empieza el desfile, 40 metros de una procesión continua y constante que celebra la vida a través de la muerte. William Kentridge vuelve a Málaga con 'More sweetly play the dance' ('Tocad más dulcemente la danza'), una «grandiosa» instalación videográfica sobre ocho pantallas con imágenes filmadas, dibujos en movimiento y música que representan tanto «el reconocimiento de la mortalidad» como la «resistencia» contra ese fatal destino.
El artista sudafricano, que explicó la pieza en un vídeo proyectado en la presentación, conecta la historia, la identidad y la memoria en este proyecto que nació en 2015 con la crisis sanitaria del ébola. Era la primera vez que se veía al personal sanitario cubierto por completo con trajes de seguridad retirando muertos de las calles o acompañando a enfermos que arrastraban sus goteros en una comitiva trágica. La misma que él reproduce con vídeo y animación en esas pantallas gigantes, encabezadas por una banda de música y atravesadas por el baile de la africana Dada Masilo.
Y gracias a ellos, a los ritmos vibrantes y jazzeros de la Immanuel Asssemblies Brass Band y a la danza de raíz africana, Kentridge le da la vuelta al drama. El artista se apropia de una creencia de la Edad Media, de los tiempos en los que la peste se llevaba por delante «desde el Papa al niño», según la cual «si seguías bailando, la peste saltaría por encima de tu pueblo e iría al siguiente». De esta forma, la danza de la muerte se transforma en una «danza contra la muerte».
Esa idea de resiliencia se puede aplicar, además, a cualquier momento crítico de la humanidad. El artista recuerda cómo en 2020 esta instalación cobró un nuevo sentido con la pandemia de covid y el regreso de los trajes de seguridad y las mascarillas. «Y ahora en 2024 no podemos evitar los ecos de todas las personas desplazadas en todo el mundo de las guerras en el Medio Oriente, en Sudán, en el Congo», indica sobre la obra, perteneciente a la colección de la Fundació Sorigué.
La pieza permite al Museo Picasso poner en relación a un artista contemporáneo con el gran protagonista de la pinacoteca. Un diálogo en el que se descubre que ambos tienen mucho en común, desde la aproximación al drama humano como la importancia del color negro en el dibujo. Resulta inevitable establecer paralelismos entre 'More sweetly play the dance' y el 'Guernica'. «Picasso pretendía ese tipo de movimiento que Kentridge consigue, con las posibilidades que permite el vídeo y la música. A alguien como Picasso, esta pieza le hubiera emocionado», expresa Miguel López-Remiro, director artístico del Picasso.
La instalación, que estará en el Museo Picasso hasta el 27 de abril, cuenta con una puesta en escena envolvente, a modo de experiencia inmersiva, con sillas de estética escolar repartidas de forma aleatoria por la sala para que el público las mueva y las coloque donde quiera. La música enérgica, que recuerda a los desfiles de Nueva Orleans, y la sucesión de personas que pasean por las pantallas -con diferentes movimientos, gestos y objetos- crean una atmósfera hipnótica. «Permite una ampliación de la mirada sobre el arte de nuestro tiempo, a esa periferia de otras formas de entender el arte y de tejer el drama, la pérdida y la muerte», concluye López-Remiro, acompañado por José Ángel Vélez, secretario general de Innovación Cultural y Museos de la Junta, y Ana Vallés, presidenta de la Fundació Sorigué.
Para William Kentridge, el artista mejor representado en la colección de la Fundació Sorigué, esta pieza supone su vuelta a Málaga tras la exposición que inauguró en el CAC Málaga en 2012. Guarda un grato recuerdo de la ciudad y puede que su regreso no sea solo a través de su obra. En el Picasso confían en que Kentridge pueda visitar la instalación en persona antes de abril del próximo año.
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