Violeta Niebla: «Me gusta pegar tiros y en el rol soy una monja muy mala»
«Creo que hay que saber usar Internet con elegancia, y eso es lo que falta hoy en día», afirma la poeta, fotógrafa y performance
Es una caja de sorpresas que se puede decorar con cualquier figura retórica, un verso imposible que se remata con una sonrisa y, por qué ... no, optimista hasta los topes, si es que los hay (ella no los conoce). El pasado 3 de abril Violeta Niebla (Málaga, 1981) sufrió un atropello muy cerca de la puerta de su casa; un aparatoso accidente del que aún se recupera. Y aunque lo cuenta casi con una sonrisa cómica, la broma queda muy lejos de su vivencia.
–¿Cree que ha vuelto a nacer?
–Eso es como muy peliculero, la gente dice que sí, pero yo no quiero cambiar mi cumpleaños. No quiero que sea ahora el 3 de abril, quiero que siga siendo el 4 de julio. No, no he vuelto a nacer, sólo he tenido mucha suerte en ese sentido. Si he gastado una vida no quiero pensarlo, porque a saber cuántas me quedan.
–¿Qué cree que es lo peor que le puede pasar a un poeta?
–Me da mucha pena ese perfil de poeta que sólo se basa en los premios y que ve esto como una carrera o una competición para ganar a los demás. Para mí pierde la autenticidad; medirte en premios de cualquier tipo no es poesía. Está bien que si necesitas dinero te presentes a alguno, pero cuando ya basas tu carrera y la mides por premios es muy triste.
–¿Y lo peor que le puede pasar a la poesía?
–Que se reduzca a la parte académica e institucional, la poesía tiene que ser más salvaje. Ni siquiera me parece que los mejores poetas estén todos publicados. Creo que muchas veces están escondidos y ni enseñan sus obras.
–¿Recuerda el mejor día de su vida?
–Hace poco leí eso en un libro de Ocean Vuong... ¿Te acuerdas del día más feliz o del más triste? Y ahí me quedé pensando. Creo que no puedo elegir, por suerte he tenido muchos días muy felices y en general suelo serlo. No me tiene que pasar nada importante para ser feliz; prefiero dosificarlo a lo largo del año.
–¿Qué opina del amor?
–¿Qué se dice del amor que no sea un cliché? Pues que da felicidad, yo lo necesito y me gusta verlo más allá del amor romántico y ponerle amor a todo. Yo le pongo amor a hacer de comer, a regar las plantas, a dar un paseo... Lo veo necesario en cada momento del día.
–¿Cree que las redes sociales están matando el amor romántico?
–Personalmente no me está afectando, vengo de una época más analógica, aunque desde los 18 años estoy ligada a Internet. Creo que hay que saber usar Internet con elegancia, y eso es lo que falta hoy en día.
–Un poeta favorito para este verano.
–Manuel Mata, con el libro 'Se rompe una rama'. Para mí ha escrito un clásico, es una obra maestra.
–¿Qué significa para una poeta experimentada el éxito en su campo?
–No creo que tenga éxito, sólo me considero muy afortunada. Yo aspiraba a que mis poemas se publicaran y que se publicaran con cariño. He tenido la suerte de caer en dos editoriales jóvenes con las que me he sentido muy arropada.
–¿Qué opina sobre el abuso de la figura de Lorca con fines comerciales o publicitarios?
–Es lo mismo que ocurre con Picasso. Cuando exprimes demasiado una cosa le quitas el foco a otros poetas, por ejemplo coetáneos de él, y que tuvieron un papel enorme y fundamental en la Generación del 27. Lorca me encanta, pero prefiero a Vicente Aleixandre. Que las instituciones hagan lo que tengan que hacer para atraer a un público, pero al final todo es comercial y otra vez se aleja de la poesía. Es un producto, aunque me parece incluso que se devalúa, es de mal gusto.
–¿Cree que ha escrito su mejor poema?
–¡Wuau! Espero que no, porque si lo he escrito me gustaría saberlo (risas). Sé que hay poemas favoritos o uno que he leído tantas veces que es clave, pero si es ese genial.
–Es cierto que todos los poetas tienen su poema referencia, ¿cuál es el suyo?
–'Dime que los buenos tendremos recompensa'.
–¿Cuál es el temor más grande para un artista?
–-Dejar de hacer, que se apague tu chispa, que empieces a trabajar en otras cosas y dedicarte a otra gente y dejar tu obra, que eso pasa mucho. O que se agote la fuente, que eso da mucho miedo.
–¿Cómo se remedia eso?
–Suele pasar que te amedrentas porque crees que ha pasado tu mejor momento o de repente te vienen vacas flacas, pero hay que hacer, hacer y hacer. Cuando se apaga es difícil remontar, pero es que la clave está en la actividad constante y de estar rodeada de gente que te inspira y te motiva para seguir. Además, tengo un truquillo: creo que hay que estar cerca de los más jóvenes, de los rabiosamente jóvenes. Siempre es genial mirar a los referentes pero hay que mirar para abajo, el futuro viene por ahí.
–¿El fin justifica los medios?
–No lo sé, no siempre. ¡Qué pregunta más difícil!
–Por ejemplo, pisar cabezas en el camino de la poesía hacia el reconocimiento.
–¡Uf! Qué va, no, no. Eso pasa muchísimo, pero esas personas ya te digo yo que no las tengo a mi lado. Y conozco a varias así, pero prefiera tenerlas lejillos, saludar con la mano y listo.
–¿Cuándo cree que uno empieza a ser poeta?
–Te lo llaman otros, porque aunque escribas, la placa te la ponen los demás.
–¿Una afición que oculte?
–Me gusta pegar tiros (risas). Estoy en un club de tiro.
–¿Cómo surge eso?
–Porque me fui a una feria de un pueblo de Italia hace unos años y probé el juego de tirar latas con una pistola y me gustó mucho. Cuando volví a Málaga me apunté y además tengo muy buena puntería. A ver, sólo me gusta apuntar a una diana, es como una especie de yoga... Es un deporte olímpico (risas). Además, tengo otra afición, que es jugar al rol en un juego que se inventó Jirafa Rey en el confinamiento. Jugamos en 'Zoom', somos muchas personas y cada una tiene su personaje... Yo soy una monja malvada. Vaya, me gusta pegar tiros y en el rol soy una monja muy mala (risas).
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