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Mi memoria del apagón no es la de un patio de Sevilla, si no la de una calle Mármoles de bote en bote. Era lunes ... como hoy y mis recados y mi querida dentista se fueron al traste, dando paso a una jornada muy particular. Las criaturas salíamos pelín estupefactas del banco, de la frutería, de los supermercados. Todavía sin intuir el nivel de desaguisado, con los hilillos de cobertura y de batería que perduraban envié y recibí algún mensaje de tranquilidad. Mi teléfono a duras penas pillaba señal de radio alguna. Hasta me pareció oír la nieve, ese chisporroteo de las rancias teles que ahora volvía a mi mente, desconectada de cualquier distracción que no fuera comprar pan con algo: tenía la nevera pelada y la vitro incapaz. Por mi calle, entre turistas turulatos, muchos vecinos salían de tiendas y bazares con agua, latas o velas. Recordé que mi vieja radio analógica, tótem adolescente hasta con una pegatina de 'Fórmula Joven', ea, iba con aquellas pilas gordas de las muñeconas de antes. Así que tras averiguar en siete bazares que todos los transistores habían volado, compré cuatro de aquellas como cilindros y también cuatro cirios que luego de nada sirvieron. De manera que ya podría yo montar un altarcito espiritual, así como japonés, con velas aromáticas del Zara y cuatro pilas gordas inservibles por el óxido del tiempo que había jubilado del todo a mi viejo loro. La suerte en recuperar la luz fue por barrios, casi por bloques. A mí a eso de las cuatro y pico me vino la corriente, también la tele. De modo que me enganché a Marta Carazo pidiendo disculpas porque todo fallaba, o a La Sexta, donde discutían por todo con normalidad. Y vía TDT también escuché a Alsina, a la COPE o a Lourdes Maldonado, en una RNE rediviva. A última hora fui a darle una vuelta a mi madre y a heredar uno de los viejos transistores de mi padre, huérfanos ya de su oyente fiel. Y de regreso, con luz pero aún muy a oscuras, ay, caí en la cuenta de que este era el primer suceso histórico de los últimos cincuenta años que no íbamos a poder compartir, carajo.
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