Twitter, entre la toxicidad y la pornografía
FLASHBACK ·
Desde que hace unas semanas Elon Musk comprara Twitter por 44 mil millones de dólares, se cuentan por otros miles los usuarios que se están ... despidiendo de la red social. El goteo de abandonos viene siendo una cascada desde hace tiempo, con tuiteros que se han cansado del enorme foco de odio en que se ha convertido la red. Yo mismo empecé a dejarlo durante el confinamiento, al comprobar que Twitter, ya lejos de ser el sofisticado intercambio de noticias, ideas, pensamientos o chorradas, un enorme pasillo lleno de periodistas, políticos, gente de la cultura y personas influyentes, se convirtió en un lugar inhóspito en el que reina el insulto, la descalificación, la humillación pública, el sectarismo y la violencia verbal, a menudo a manos de personas con diferentes niveles de sociopatía, aburrimiento existencial o envidia. Los típicos abusadores de instituto, pero con más años que un bosque, conexión a internet y demasiado tiempo libre.
Hay quien piensa que Twitter se acaba y muchos usuarios se despiden de la red social como quien abandona un barco que se hunde. Hasta hace poco, esta plataforma tenía unos 250 millones de usuarios en todo el mundo. Pese a que las señales de alerta están ahí, convendría poner en duda que Musk esté loco y que, por más que sea la persona más rica del mundo (qué peligro) esté dispuesto a tirar por la borda su dinero por mera torpeza. Hay señales preocupantes. Una de las primeras cosas que hizo el magnate surafricano fue despedir en masa a más de media plantilla junto al anuncio de condiciones laborales extremas para sus trabajadores, que han pasado de ser cerca de 8.000 a quedarse con solo 2.700. El número de ingenieros se ha reducido a la mitad. Esto sugiere que la red se quede pendiente de un hilo, sobre todo en las próximas semanas, cuando el Mundial avance y provoque una subida de tráfico considerable. Musk ha dejado Twitter sin equipo de comunicación, por lo que toda la información directa que se puede obtener es a través de los mensajes que lanza Musk en la red social, que son confusos y contradictorios. La merma de controladores de contenido, la amnistía que ha propuesto el millonario para todos los usuarios que fueron expulsados de la red por comentarios negacionistas o denigrantes. En definitiva, este descontrol sumado al caos ya existente va a convertir Twitter en una selva más tóxica de lo que ya era.
Los pocos ingresos que obtiene esta red social frente a algunos de sus competidores alienta a su nuevo propietario en su proyecto de establecer distintos sistemas de pago, algo que limitará el espíritu libérrimo y popular del que presumía. Hay algo en lo que Musk tenía mucha razón: lo que más interesa en Twitter hoy por hoy son la información sobre las criptomonedas y el NFT, y la pornografía. En la red del pajarito hay muchísimos perfiles dedicados a publicar porno de todo tipo. Muchos usuarios han denunciado la existencia de contenidos pedófilos, o de imágenes publicadas sin el consentimiento de sus protagonistas. ¿Es preferible el libre albedrío a que censuren pezones? No tengo la respuesta, imagino que la virtud está siempre en el término medio, pero sí sugiero la posibilidad de que el mundo sin Twitter sea un lugar mejor en el que vivir.
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