Crítica de 'La Revuelta': A ver si Latre va a durar más en la parrilla que Broncano...

El (falso) victimismo, el tono pasota y desencantado era una estrategia lógica. La marca de fábrica de 'La Resistencia' consistía en que su presentador jugaba al mal entrevistador, desconociendo los méritos de su invitado y poniéndolo en aprietos con preguntas incómodas: el dinero en el banco y las veces que había hecho el amor en el último mes aseguraban la viralidad de las respuestas. 'El Hormiguero' puede dar repelús, pero resulta innegable que es una máquina engrasada en la que todo el tiempo pasan cosas. Lo de Broncano es diferente. No aspira a ser un espectáculo para toda la familia. Ni siquiera aspira a ser un espectáculo. Compite (y pierde) con otras armas.

Los 'late nights' cimentados en una entrevista valen tanto como su invitado. Mientras Pablo Motos descubría a España a Victoria Federica en carne y verbo y Carlos Latre apostaba por el fútbol con Koke, Marcos Llorente y Enrique Cerezo, 'La Revuelta' mantuvo el suspense sobre su primer entrevistado hasta el final. «Conociéndoos, seguro que es Berto Romero», apostaban en las redes sociales. Pero no. Broncano se subió al escenario del teatro Príncipe en la Gran Vía como si el día anterior hubiera grabado 'La Resistencia'. La escenografía simulaba algo así como las oficinas de un Ministerio detenido en el tiempo. La mesa, el sofá y Grison y Ricardo Castella al otro extremo. «Pedro Sánchez no me ha puesto aquí y no cobro 14 millones de euros, que no salen de la ELA ni de la Guardia Civil», aclaró el humorista tras tocar el bombo y besar una bandera de España, por aquello de que el país no se rompe. Mientras, Grison se descubría un tatuaje gigante del presidente de Gobierno en su pecho… justo al lado de otro de Pablo Motos. Fue el mejor chiste del programa.

Habían pasado cinco minutos y el jaleo en el patio de butacas acercaba el show a una despedida de soltero en un bar. Siete temporadas después, Jorge Ponce acertó a definirlo: «Antes éramos 'Aquí no hay quien viva' y ahora 'La que se avecina'». Chistes sobre la familia real y Cataluña, mascotas, la vaquilla del 'Grand Prix', música a todo trapo de vez en cuando… Y todo en un espacio claustrofóbico, cercano al café teatro, a años luz del sofisticado estudio de las hormigas. La sensación es que los no iniciados en 'La Resistencia' cuando se emitía en Movistar Plus han sido invitados a una fiesta en la que todos menos ellos están borrachos.

Los colaboradores y las claves son las mismas que en el espacio anterior. El problema lo tendrán a quienes no les haga gracia Lalachús o acusen los parones en el ritmo del programa. Quienes esperaban a Roger Federer se encontraron con Aitor Francesena 'Gallo', campeón de surf adaptado. Era una declaración de intenciones: Motos lleva a la nietísima del Emérito y Broncano a un surfista ciego. El zarauztarra tiró de gracejo, txapela incluida, y respondió a las clásicas preguntas de su entrevistador pero a estas alturas la mayoría de los espectadores ya habían hecho zapping a 'El Hormiguero'. La peripecia humana de Francesena, que nunca ha dejado de tomar olas pese a su ceguera, sosegó el programa, pero ya era demasiado tarde. Televisión Española ha apostado en su 'prime time' por un programa para la minoría que participaba de los códigos y las gracias de 'La Resistencia'. La inmensa mayoría sentirá extrañeza ante un comunicador que es más una estrella de YouTube que un showman televisivo. A ver si resulta que Latre va a durar más en la parrilla que Broncano…