Sueños, nada más
Cruce de Vías ·
Lo bueno y lo malo de la Navidad es que lo envuelve todo con sus luces y también con sus sombras.Esta mañana me he despertado en el momento en que estaba dando la vuelta al mundo. Iba caminando por el filo de la esfera terrestre ... sin cruzarme con nadie, como si fuera el último habitante de la Tierra. No recuerdo nada más del sueño, no sé qué había pasado antes. Hago un esfuerzo por recordar más detalles. Creo que en el fondo deseaba volar, pero no tenía alas ni intención de saltar y lanzarme al vacío. He pensado en cuál podía ser el origen de ese sueño, quizás algo que me ocurrió ayer. Pero ayer no hice nada especial ni tampoco recuerdo nada que me llamara la atención excepto la inmensa cantidad de gente que andaba por el centro de la ciudad. Una caravana de transeúntes que parecían haberse quedado colapsados, como un vagón de metro atestado de viajeros. En ese preciso instante se encendieron las luces y caí en la cuenta de que estábamos en Navidad. Lo que tiene vivir alejado del mundanal ruido es que pierdes la noción del tiempo.
He de confesar que no me atraen las multitudes, aunque estén paradas mirando un cielo con bombillas de colores en lugar de estrellas y oyendo villancicos. Demasiado ruido, demasiadas luces, demasiados flashes. Me deslumbran en el estricto sentido de la palabra. Cuando irrumpe la Navidad siempre pienso lo mismo: ¡Apaga y vámonos! Pero este año no voy a ninguna parte. Ando por las calles del centro y me cuesta avanzar, como si ascendiera el Everest o fuese caminando por el filo del mundo, igual que en el sueño de anoche. Entre sueños y pesadillas anda el juego. Paso por la esquina de calle Santa María, miro la pared triste y vacía del Obispado y echo de menos a la bailaora flamenca que tanto revuelo organizó. Ahora esa esquina ha perdido la gracia, sólo hay cables y garabatos. La Navidad trae los recuerdos de quienes se han ido.
Hoy me ha dado por hablar como el hombre que sueña. Un solitario empedernido. Los amigos me recomiendan salir a la calle y tratar con la gente. Lo importante es mezclarse con los demás y formar un único cuerpo, una caravana humana que circula por el centro de las ciudades como una serpiente de colores. La conversación nos distrae, por eso hablamos, para ocultar los pensamientos. Últimamente me dedico a visitar los lugares más abarrotados con el propósito de sentirme acompañado. Una terapia peligrosa. Supongo que este ha sido el motivo del sueño. Sin embargo, cuanta más gente hay más solo me encuentro. Lo bueno y lo malo de la Navidad es que lo envuelve todo con sus luces y también con sus sombras. Después pasa de largo, se olvida, hasta el próximo año. Lo mismo que ocurre con tantos y tantos sueños que se borran de la memoria como si nunca hubiera existido.
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