Una sombra
Cruce de vías ·
D e pronto, Rafa empezó a perder kilos sin que hubiera ningún motivo especial. No estaba enfermo, no había tenido ningún disgusto, tampoco había dejado ... de comer ni beber cerveza. Como era habitual en él, seguía sin hacer ejercicio. Como se veía cada vez más delgado dejó de caminar y gastar energías, incluso cogía el ascensor en lugar de usar la escalera para subir o bajar del primer piso. Éramos amigos y solíamos citarnos para hablar de cuestiones cotidianas. Pero durante los últimos encuentros su progresiva pérdida de peso fue el tema primordial de nuestras conversaciones. Una tarde quedamos en la terraza de un bar y no acudió a la cita, lo llamé al móvil y no respondió. Antes de pagar la cuenta e irme, volví a entrar en el bar por si se hallaba esperando en la barra y no lo había reconocido. Me fijé en cada uno de los clientes y ninguno guardaba el menor parecido con él. Esa noche soñé que Rafa se había ido consumiendo hasta desaparecer. Lo imaginé tan delgado como una sombra, la radiografía de un suspiro.
Hablo en pasado porque no he vuelto a estar con él desde entonces, al principio hablábamos a menudo por teléfono. No daba ninguna explicación, simplemente decía que no le apetecía salir a la calle ni ver a nadie. Luego las llamadas se fueron espaciando en el tiempo. En alguna ocasión fui a visitarlo, pero no abrió la puerta. No se oía nada al otro lado. Lo llamaba al móvil y estaba fuera de servicio. Pregunté al vecino y dijo que oía a diario los sonidos domésticos del piso de enfrente. El otro día hice guardia en el portal de su casa y nada. Al llegar la noche observé las ventanas iluminadas del primero izquierda. No quiero imaginar que realmente se haya convertido en una sombra. La última vez que hablé con él confesó que la nada existía, lo afirmó con absoluta convicción, como si viviera instalado en el vacío y allí estuviese su nuevo domicilio. Me planteo llamar a la policía, pero cómo explicar que alguien ha desaparecido sin ausentarse.
Rafa es una voz, nada más, como la voz de la conciencia. La voz del hombre menguante que acaba convirtiéndose en un hombre invisible. Se me ocurren tantas explicaciones y todas tan absurdas. Llamo a los amigos comunes y ninguno lo ha visto ni sabe nada de él desde hace varias semanas. Unos piensan que está de viaje, otros sostienen que siempre ha sido el tipo más raro del mundo y nunca se sabe por dónde puede salir. Ayer por la tarde lo llamé y no cogió el teléfono. Tampoco lo hizo por la noche ni esta mañana. Ya sé que resultará extraño, pero presiento que al fin ha conseguido quitarse un gran peso de encima y ser moderadamente feliz.
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