La romería de Rodrigo Cuevas culmina por malagueñas
El músico asturiano agotó el Cervantes en la presentación de 'Manual de romería', indagando en la fiesta y en la tradición, con un público volcado
Del artista asturiano se dice que es un agitador folklórico, pero lo cierto es que, sobre un escenario, Rodrigo Cuevas podría remover cualquier cosa. Animal ... escénico con alma de cabaretera, artista mutante que alterna la sencillez con lo procesado, aficionado al lenguaje de los abanicos que nos dio la bienvenida a esta romería de interiores en la que tuvieron cabida reflexiones, chascarrillos, bailes tradicionales removidos, y tanta sensualidad despertada por uno de los líderes del nuevo movimiento rural. Lleno total en la segunda fecha de 'Singulares' -el ciclo promovido por el Teatro Cervantes- después del disparo de emoción múltiple de la noche anterior con Sílvia Pérez Cruz. Aquí, con más bombo y más platillo, se compartía una sensibilidad parecida a la de la catalana: respeto a las raíces, pero también juego mordaz y mezcla sin disimulo, con el convencimiento de que la permeabilidad dota a la tradición de más vida.
Este agitador apareció desde el público con un atuendo que alternaba la sencillez cromática -todo vestido de negro- con pantalones de campana y lentejuelas, chaqueta con flecos, transparencias, unos zuecos tradicionales asturianos llamados madroñas y que causaron sensación, y un cambio de escenario que viró al rojo aterciopelado. Le acompañaban cuatro multiinstrumentistas subidos a unas estructuras con luces que les hacían parecer unos Kraftwerk de romería, músicos excelentes entre los que destacan Mapi Quintana y Juanjo Díaz. El público estuvo suelto desde el principio y hasta el final, bailando y palmeando durante las casi dos horas de espectáculo, una duración provocada, precisamente, por el clamor popular a la que este espectáculo alega: después de la última canción, y de un baile con 'Woman del Callao', la fiesta tuvo que continuar y lo hizo con una versión improvisada y colectiva de la malagueña por el camino de la jota que propone 'Muerte en Montilleja', que no estaba en absoluto prevista. Cuevas, con la cuarta pared destrozada desde el primer minuto, cantaba deslizándose entre las butacas y proponiendo baile y cante, algunos con unos excelentes resultados en esta, la tierra del verdial.
Antes, con el mismo ímpetu, recorrimos los mejores momentos del segundo álbum del asturiano, este 'Manual de romería' que propone una fiesta, comenzando con una pieza popular cantada a coro y sin música, que nos recuerda que Rodrigo Cuevas, además de agitar, también es muy buen cantante, hasta el eurodisco fiestero de 'Cómo ye!?', pasando por un canto emocionante sobre el acoso escolar de 'Dime, ramo verde', ecos de tradición y de Vainica Doble hasta las jotas de 'Casares', referidos al Casares de León y no al nuestro, aunque en el fondo no son tan diferentes. «¿Habéis ido a romerías?», preguntó al público. Pocos levantamos la mano. «¿O vais de festivales, cogéis aviones a destinos turísticos, o vais a Torremolinos? Yo quiero que a partir de ahora diseñéis vuestras vacaciones según las romerías», nos lanzó. «Es en las romerías donde nos damos cuenta de la libertad de la que gozamos. Y si no somos conscientes, nos la quitan». Tanto las romerías como el cortejo son excelentes excusas para el hedonismo, el disfrute, y para la ironía fina y la retranca que el artista demuestra en todo momento, unidas siempre por una reivindicación de la libertad y de la necesidad de rebelarse, porque la pista de baile y el campo son escenarios para la revolución.
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