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Unos Premios Princesa que dan la vuelta al mundo

De Nueva York a América Latina, de las más altas cumbres a las profundidades del mar, los Premios Princesa reconocen la excelencia en todo el planeta

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Jueves, 1 de enero 1970

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De las calles de Nueva York a diferentes rincones de África, de las cumbres más altas del planeta a las profundidades de los océanos, de la denuncia del horror del que puede ser capaz el ser humano al disfrute de los misterios que su mente puede inventarse. Los Premios Princesa de Asturias reconocen en su edición de 2018 la excelencia en todos los campos y lo hacen, además, recorriendo buena parte del planeta para traer al Teatro Campoamor de Oviedo lo mejor de cada rincón.

Un viaje que bien puede comenzar en la que es para muchos la capital oficiosa del planeta: Nueva York. En sus calles creció Martin Scorsese, Premio Princesa de las Artes, figura fundamental para entender el cine de las últimas décadas. Renovador del séptimo arte, precursor de nuevas narrativas, salvador de viejas producciones, amante del cine, no solo dará la mano al Rey durante la ceremonia tras recoger su premio, sino que su voz se escuchará en el Campoamor al ser uno de los encargados de leer los discursos.

El recorrido por estos premios sigue en América Latina, la tierra en la que la periodista Alma Guillermoprieto, Premio Princesa de Comunicación y Humanidades, puso a trabajar su pluma para alzar la voz ante la injusticia. Sendero Luminoso, el terrorismo de estado en Argentina o las guerras de la droga en México son solo algunos de los temas que ha tratado tanto en sus reportajes como en sus libros. Una relación de escritos con los que ha logrado transmitir la compleja realidad de esta región al mundo entero, aunque con especial énfasis a los países angloparlantes. Ella será otra de las encargadas de enviar un mensaje a los asistentes a la ceremonia del Campoamor con la lectura de un discurso en el que, a buen seguro, todos los valores que representa su trabajo estarán presentes.

El siguiente premio, el de Cooperación Internacional, obliga a cruzar el Atlántico para llegar a África, donde Amref Health África y Amref Salud África realizan su trabajo. Un trabajo que consiste en intentar dar respuesta a las necesidades de miles de personas complementando los sistemas locales de salud. Esta labor les ha llevado a poner en marcha programas como 'Flying Doctors' , un sistema de avionetas-ambulancia con el que acceden a zonas remotas. Especial hincapié hace esta organización en luchar contra la mutilación genital femenina, una práctica contra la que llevan años peleando a base de sensibilización social y cultural.

El galardón de los Deportes no tiene un punto concreto en el mapa sino muchos. Los alpinistas Reinhold Messner y Krzysztof Wielicki han subido las cumbres más altas del planeta y lo han hecho además en condiciones extremas y son pioneros en conseguirlo. Subir las 14 cumbres más altas del planeta por primera vez sin oxígeno artificial o ascender tres de ellas en invierno son logros al alcance de muy pocos, logros que ahora les valen un galardón que reconoce su contribución a la historia del alpinismo.

Fred Vargas, Premio de las Letras, no ha tenido que subir montañas para alcanzar altas cumbres: las suyas son literarias. Maestra de la novela negra y de intriga, esta escritora, arqueozoóloga y medievalista francesa ha llevado el género a lo más alto. Su salud le ha impedido asistir a una ceremonia que echará de menos su presencia, aunque durante esta semana han sido varias las actividades que han girado en torno a la figura de una mujer que abre al lector horizontes literarios inéditos.

Quien sí estará en Oviedo y será, además, otro de los encargados de pronunciar un discurso es el Premio de Ciencias Sociales, el catedrático de filosofía Michael J.Sandel. Crítico con los excesos del mercado, con una amplia obra sobre los fundamentos normativos de la democracia liberal, Sandel ha logrado enganchar a millones de personas con su discurso y ha convertido, además, sus intervenciones en verdaderos acontecimientos públicos, con un amplio recorrido en internet.

El Premio de Investigación Científica y Técnica tampoco tiene un punto señalado en el mapa, sino muchos. Aquellos en los que Svante Pääbo ha dejado su huella tras aplicar sus revolucionarias técnicas de paleogenómica a los restos encontrados en diferentes yacimientos. Este hombre que trabajó codo con codo con el equipo de investigadores de la cueva de El Sidrón, logró poner en marcha una técnica que ha permitido la recuperación y el análisis del genoma de especies desaparecidas hace cientos de miles de años, lo que permite conocer la evolución reciente de numerosas especies, incluida la humana. Un trabajo que ha redefinido las normas de la investigación y del que aún se esperan muchas sorpresas y descubrimientos.

Si en el caso de Svante Pääbo es la tierra la que ha de mostrar sus secretos, en el de Sylvia A. Earle es el agua. Esta oceanógrafa con más de seis décadas de trabajo a sus espaldas ha sido reconocida con el Premio de la Concordia por su empeño en el cuidado de los mares y por lograr que buena parte del mundo se sensibilice con su conservación. Conocida como la 'Dama de las pofundidades', su trabajo representa el empeño y la lucha constante para conseguir una alta meta: conservar los mares y los ecosistemas que en él se desarrollan para garantizar también nuestra propia subsistencia.

Los mares, la tierra, las montañas, la denuncia de la injusticia, la creatividad. Todo estará presente en una gala que presidirá el rey Felipe VI, que ofrecerá, además, una de sus intervenciones más esperadas del año por la profundidad que suele darle a su mensaje. Junto a él, la reina Letizia; el presidente del Principado, Javier Fernández, en la que será su última participación en este cargo, y el presidente de la Fundación Princesa, Luis Fernández-Vega, quien se estrena en la gala.

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