La quiniela de nuestros críticos

Poesía en imágenes, la comunión con el entorno, personas y personajes. El cine de Oliver Laxe ha venido para quedarse y 'Lo que arde' merece una segunda vida en la cartelera.

Nunca le agradeceremos lo suficiente a Almodóvar lo que ha hecho por nuestro cine. Los fantasmas del propio cineasta, el miedo a la soledad y al dolor, están presentes en un sentido relato sobre el alma humana.

Es una de nuestras actrices más prolíficas y camaleónicas, lo mismo funciona en el drama que en la comedia. Sus lágrimas en 'La trinchera infinita' son las del espectador.

'Quien a hierro mata' merecía más presencia en los Goya. El actor gallego -excepcional también en en 'Ventajas de viajar en tren'- defiende un rol complicado, entre el bien y el mal.

Casi dos millones de espectadores avalan esta correctísima aunque fría reivindicación del lúcido humanismo de Unamuno en estos tiempos convulsos.

El chico prodigio de 'Tesis' tiene ya 47 años y cada película suya es un acontecimiento. Solo él podía echar por tierra el estúpido estigma de la sobreabundancia de filmes sobre la Guerra Civil en el cine español.

El papel de lucimiento de 'La trinchera infinita' no es el del topo protagonista, sino el de su mujer, obligada a fingir toda una vida. La malagueña demuestra que además de vis cómica posee talento dramático.

Su tercer Goya recompensaría una composición que, más allá del maquillaje, bebe del enorme talento de un actor superdotado y capaz de encontrar al Unamuno persona.

Pedro Almodóvar convierte sus propios fantasmas y miedos en el argumento principal de esta emocionante película sobre el crepuscular cineasta Salvador Mallo, que debe mirar al pasado para afrontar el presente. La mejor cinta del manchego en la última década.

Por la singularidad de su película y su brillante puesta en escena, Almodóvar merece el premio a la dirección, un galardón que en demasiadas ocasiones le ha escamoteado la Academia.

La reina de la comedia de los últimos años demuestra que, en realidad, es una actriz más allá del género y con unos registros dramáticos que estaban por descubrir. Sorprendente y poderosa es su Rosa, la mujer de un 'topo' de la dictadura en 'La trinchera infinita'.

Aquí parece que apostar por el malagueño es la apuesta más segura. Y es que su papel principal como alterego de Almodóvar en 'Dolor y gloria' es sencillamente memorable, contenido y emocionante. Y además la Academia le debe este Goya después de cuatro anteriores nominaciones en las que se fue incomprensiblemente de vacío.

La película más autobiográfica de Almodóvar es un relato tan humano como fascinante, en el que el cineasta expone trocitos de su infancia y madurez, que entreteje con pasajes inventados. Ya que no se va a llevar el Oscar, qué mínimo que reciba el Goya.

Cuenta Almodóvar que desde que la película salió a la luz, nota más cariño por parte de la gente. Y es que es difícil no empatizar con 'Dolor y gloria', al fin y al cabo, el manchego lleva años llenando de cine nuestras vidas. A sus setenta años, se ha abierto en canal y se agradece.

La montaña rusa de emociones por las que transita Marta Nieto en 'Madre' dejan claro que nos encontramos a una actriz todoterreno. Ya lo intuimos en el corto que ha dado pie a la película, pero es que el largometraje confirma que Nieto traspasa la pantalla tanto si ríe como si llora.

Nominado al Oscar a mejor actor, el malagueño borda aquí el papel de Salvador Mallo, alterego del propio Almodóvar. Durante la cinta las similitudes con el cineasta manchego están claras, pero hay un instante casi mágico y es esa rueda de prensa telefónica en la que Banderas transmuta directamente en Almodóvar, el Almodóvar público, claro.

Es la mejor película de Almodóvar de cuantas ha firmado en este siglo. Ni la estupenda 'Hable con ella' ni la sobrevalorada 'Volver' son tan redondas como este ejercicio de observar la vida desde la madurez a través de alguien que lo ha conseguido todo pero que no puede evitar sentir una sensación de vacío. Es, sin duda, la película más triste de la filmografía del director, impensable hace unos años y a la que nunca hubiese llegado sin pasar por todas las anteriores (las más sobresalientes y las irregulares). Entre las grandes virtudes, la capacidad para explicar en la gran pantalla los estragos del dolor y el hecho de conseguir que cualquier espectador se identifique con un personaje tan singular como el de Salvador Mallo (por sus miedos, sus frustraciones, sus preocupaciones). Estructurada como una sucesión de pequeños relatos va creciendo a medida que avanza el metraje, desde ese primer encuentro con su pasado profesional (el cara a cara con uno de sus actores fetiche) hasta el final en el que se encara a su infancia y a su omnipresente madre.

'Dolor y gloria' explica la filmografía del director manchego en los últimos años: sus obsesiones, sus tropiezos, su visión de la realidad cada vez más alejada de la calle. El cineasta se desnuda como nunca se atrevió antes (ni siquiera en 'La ley del deseo') para contar una historia muy particular pero que habla de temas y preocupaciones universales, como el paso del tiempo, el temor a los fracasos, la necesidad de ajustar cuentas y el deterioro de nuestros cuerpos. Si este es el filme con el que Almodóvar rinde cuentas a su vida y a su trayectoria, el Goya es doblemente merecido porque nadie ha hecho (y sigue haciendo) tanto por el cine español y por la imagen de este país como él. Lo mínimo es agradecérselo con premios cuando firma trabajos tan maduros y completos como este. Lo bien que están actores como Banderas, Julieta Serrano o Sbaraglia es también, sin duda, 'culpa' suya.

En la entrega de los premios Feroz, Belén Cuesta agradeció a los directores de 'La trinchera infinita' que le hubiesen dado la oportunidad de abordar un personaje dramático, teniendo en cuenta que en este país se suelen ofrecer pocas oportunidades a los actores para hacer trasvase de géneros. El que es bueno en drama no suele encontrar huecos en la comedia y al revés. Cuesta había demostrado de sobra que es una cómica excelente, pero su papel de Rosa demuestra que las posibilidades de la actriz también son infinitas. Qué bien plasma el miedo ante una guerra absurda, qué bien expresa lo que somos capaces de hacer por amor, y qué bien evoluciona después hacia la situación de hartazgo y opresión a la que está condenada su vida. Nos gusta la Belén Cuesta de 'Paquita Salas', y la de 'Kiki', y la de 'La llamada'. Pero la de 'La trinchera infinita' advierte de lo que puede dar de sí esta intérprete si le dejan.

No cabe duda de que este es el año de Banderas. Y se merece que así sea. Su trabajo en 'Dolor y Gloria' es excelente y en parte el éxito que ha conseguido la película radica en él. Corría el riesgo de caer en una caricatura de Almodóvar, pero el actor malagueño supo hallar el punto (le habrán ayudado a estar contenido, porque menos a veces es más) para que su personaje de Salvador Mallo recordase al director pero además tuviera una personalidad propia que permitiera resultar creíble al espectador. El intérprete supera con nota todos los roles a los que se enfrenta en esta película: el de director atormentado, el de amante arrepentido, el de hijo acomplejado... Las circunstancias acompañan además a este profesional para que este año no se le escape el Goya que nunca ha recibido (a excepción del de Honor). La gala se celebra en su tierra y su primera nominación a los Oscar actúa como el mejor pasaporte.

Dos películas sobre la Guerra Civil optan este año al Goya. Mientras que 'Lo que dure la guerra' se centra en aspectos más reconocibles del conflicto 'La trinchera infinita' se centra en la intimidad de una pareja que se obligada a ocultarse durante tres décadas. El amor como salvación y condena.

Sería el premio de consolación para la película más sorprendente del año. Laxe, nacido en París, aunque con lazos en la región, ha sabido atrapar la esencia gallega rural con una sensibilidad exquisita.

Este es, sin duda, el año del actor malagueño. Sería de justicia que tras ser nominado por primera vez a un Oscar por 'Dolor y gloria' consiguiera el Goya con el permiso de Karra Elejalde en la que es su quinta nominación, aunque cuente con tan solo un Goya: el honorífico que se le concedió en 2015.

La actriz se desenvuelve como pez en el agua en la comedia, no iba a ser mejor con un drama. La Academia de Cine debe premiar a la que ya se ha convertido en una de las mejores actrices de su generación.

No es duro enfrentrarse a uno mismo. Menos aún desnudar cuerpo y alma ante espectadores que han envejecido viendo tus películas. Una película valiente sin miedo a parecer vulnerable ante el gran público.

'Mientras dure la guerra' no es su mejor película. Probablemente no esté ni entre las tres primeras. Pero si algo premia esta categoría es el arte de dirigir, de la selección de planos, de elegir los ángulos perfectos para potenciar visualmente imágenes como el discurso de Unamuno con el que prácticamente se cierra la cinta.

Probablemente ganará Belén Cuesta pero en algún momento habría que reconocer el trabajazo de esta actriz capaz de continuar un personaje diez años después sin que haya perdido un solo matiz. Solo una grande puede enfrentarse a un reto de estas características, dos veces, y hacerlo de forma sobresaliente.

¿Quién se atrevería a interpretar a Almodóvar mientras le dirige el propio Almodóvar y siendo el mismo Almodóvar con el que prácticamente tuvo los primeros papeles? Una interpretación magistral que genera odios y simpatías. Como el director manchego, ¿no?

La mejor película española del año y uno de las pocos títulos del cine independiente que han roto el círculo vicioso de la distribución marginal en festivales y cinematecas. Un viaje al corazón de la Galicia profunda en la que Oliver Laxe retrata el día a día de un pirómano que vuelve a la zona cero del incendio que arruinó su vida.

En el año en el que todos los premios se reparten entre Almodóvar y el trío que firma 'La trinchera infinita' apuesto a caballo perdedor con la elección del director de 'Lo que arde', un cineasta cuasi secreto para los espectadores de multisalas pero habitual en festivales de prestigio como Locarno, Cannes, Toronto o Karlovy Vary.

El tercero en liza en un selecto grupo de aspirantes entre los que si alguien merece discutir el favoritismo de Antonio Banderas es el gallego Luis Tosar. En 'Quien a hierro mata', de Paco Plaza, Tosar hace valer los galones del oficio y la veteranía para componer unos de los personajes más memorables de su carrera.

De tal padre tal hija. Por las venas de la protagonista de la ópera prima de Belén Funes corre la sangre de uno de los actores más reputados del cine español, lo que suma un plus de violencia y verismo a la tortuosa relación paterno filial que se establece entre Eduard y Greta Fernández en 'La hija de un ladrón'. Este debería ser el tercer Goya en engalanar el palmarés de una familia de intérpretes en la que Greta brilla con todo merecimiento gracias a su interpretación de una chica que vive para sobrevivir en un mundo hostil.

La película de Amenábar recrea inmaculadamente el posicionamiento de Unamuno en los primeros días de la Guerra Civil. Acusada de fría y equidistante sobre el conflicto, el filme sí logra reflejar las tribulaciones del humanista y su compromiso con la justicia frente a la sinrazón.

Desdeñando la coletilla de que el cine español sólo rueda sobre la Guerra Civil, Amenábar sale más que airoso del reto y firma su mejor obra de los últimos años con una película que no busca la lágrima.

Belén Cuesta se sacude la etiqueta de actriz de comedia con una actuación que consigue ser lo más memorable de 'La trinchera infinita'. Sufridora dentro y fuera de las paredes de casa, refleja la permanente tensión de aquellas mujeres que vivieron los castigos colectivos de la dictadura.

Parece sencilla su labor en 'Dolor y gloria', con un papel destinado al lucimiento del actor. Pero Banderas logra mimetizarse con Almodóvar, hasta el punto de calcar su mirada, al mismo tiempo que le imprime su propia personalidad para dejar entrever un personaje distinto al del director manchego. Una joya.